Sábado, 20 Noviembre 2010 04:59

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Ser responsable es cumplir con los deberes, con los propios, con los personales, cuyo cumplimiento o incumplimiento afectan de manera directa a la propia persona, y con aquellos de alcance social: familiares, vecinales, comunales y de toda una sociedad. Ser responsable es cumplir con los deberes, cualesquiera que estos sean, desde los elementales de un niño de preparatoria hasta las complejas tareas que enfrenta nuestra presidenta, desde los humildes quehaceres de un trabajador de la limpieza hasta las delicadas decisiones de un juez o una jueza del mayor tribunal de la República.
Y en esa lista de deberes sociales se pasa por dos mundos muy importantes a los que me quiero referir: el de las empresas y el de los profesionales. Me mueve a esto algunos recientes pasajes de la vida nacional. Uno de ellos es el reconocimiento brindado a varias empresas por parte de la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio, por haber desarrollado sostenidamente prácticas sociales responsables en diversos campos de la vida nacional, así como a algunos periodistas y medios de comunicación, por la divulgación y promoción de esas prácticas sociales responsables.
Otro hecho, de signo totalmente contrario al anterior, lo constituye la información emanada del ministerio de Hacienda acerca de la multimillonaria evasión fiscal (en algunos casos vestida de morosidad) de una gran cantidad de empresas y de profesionales en el ejercicio de lo que se denominan profesiones liberales.
Hablamos en consecuencia de dos temas, el de la responsabilidad social empresarial (RSE), que poco a poco va ganando terreno en el sector empresarial más serio del país y que entre otros aspectos,  contempla el apego a la legalidad y la colaboración con el desarrollo integral de la sociedad costarricense -lo cual incluye por supuesto el debido y oportuno tributo-; prácticas ambientales amigables en los procesos de producción, industrialización y comercio; promoción de calidad de vida para sus colaboradores internos, sus familias y comunidades y exigencias similares a las propias para con sus clientes, proveedores y colaboradores externos en general.
El otro tópico es el de la responsabilidad social profesional (RSP), del que ignoro algún planteamiento teórico –y si no lo hay habrá que elaborarlo- porque lo más cercano que conozco es el de la ética profesional que se desarrolla en la mayoría de los programas de formación universitaria; aunque por supuesto como praxis esto ha estado ligado por siempre a quienes desde una profesión cumplen sus deberes con la sociedad que les ha dado su formación y les brinda fuentes de trabajo para su desarrollo profesional.
A propósito de estas reflexiones, es fácil observar y valorar todo el bien que le ha traído y le trae al país la práctica de la responsabilidad social por parte de empresas y profesionales. También es fácil percibir –para muchos sería más bien, fácil sentir y sufrir- las consecuencias que ha tenido y sigue teniendo para todos los habitantes y en especial para los grupos más vulnerables, el alejamiento de empresarios y profesionales  de sus deberes sociales, entre ellos, la debida y oportuna tributación fiscal.
Así las cosas, vale la pena que los medios de comunicación y quienes tenemos acceso a ellos insistamos en estos dos asuntos hasta ponerlos en la agenda nacional, en la conciencia social y sobre todo en las conciencias de aquellos que son actores principales de los desvíos antes señalados.
Ser responsable es cumplir con los deberes, con los propios, con los personales, cuyo cumplimiento o incumplimiento afectan de manera directa a la propia persona, y con aquellos de alcance social: familiares, vecinales, comunales y de toda una sociedad. Ser responsable es cumplir con los deberes, cualesquiera que estos sean, desde los elementales de un niño de preparatoria hasta las complejas tareas que enfrenta nuestra presidenta, desde los humildes quehaceres de un trabajador de la limpieza hasta las delicadas decisiones de un juez o una jueza del mayor tribunal de la República.
Y en esa lista de deberes sociales se pasa por dos mundos muy importantes a los que me quiero referir: el de las empresas y el de los profesionales. Me mueve a esto algunos recientes pasajes de la vida nacional. Uno de ellos es el reconocimiento brindado a varias empresas por parte de la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio, por haber desarrollado sostenidamente prácticas sociales responsables en diversos campos de la vida nacional, así como a algunos periodistas y medios de comunicación, por la divulgación y promoción de esas prácticas sociales responsables.
Otro hecho, de signo totalmente contrario al anterior, lo constituye la información emanada del ministerio de Hacienda acerca de la multimillonaria evasión fiscal (en algunos casos vestida de morosidad) de una gran cantidad de empresas y de profesionales en el ejercicio de lo que se denominan profesiones liberales.
Hablamos en consecuencia de dos temas, el de la responsabilidad social empresarial (RSE), que poco a poco va ganando terreno en el sector empresarial más serio del país y que entre otros aspectos,  contempla el apego a la legalidad y la colaboración con el desarrollo integral de la sociedad costarricense -lo cual incluye por supuesto el debido y oportuno tributo-; prácticas ambientales amigables en los procesos de producción, industrialización y comercio; promoción de calidad de vida para sus colaboradores internos, sus familias y comunidades y exigencias similares a las propias para con sus clientes, proveedores y colaboradores externos en general.
El otro tópico es el de la responsabilidad social profesional (RSP), del que ignoro algún planteamiento teórico –y si no lo hay habrá que elaborarlo- porque lo más cercano que conozco es el de la ética profesional que se desarrolla en la mayoría de los programas de formación universitaria; aunque por supuesto como praxis esto ha estado ligado por siempre a quienes desde una profesión cumplen sus deberes con la sociedad que les ha dado su formación y les brinda fuentes de trabajo para su desarrollo profesional.
A propósito de estas reflexiones, es fácil observar y valorar todo el bien que le ha traído y le trae al país la práctica de la responsabilidad social por parte de empresas y profesionales. También es fácil percibir –para muchos sería más bien, fácil sentir y sufrir- las consecuencias que ha tenido y sigue teniendo para todos los habitantes y en especial para los grupos más vulnerables, el alejamiento de empresarios y profesionales  de sus deberes sociales, entre ellos, la debida y oportuna tributación fiscal.
Así las cosas, vale la pena que los medios de comunicación y quienes tenemos acceso a ellos insistamos en estos dos asuntos hasta ponerlos en la agenda nacional, en la conciencia social y sobre todo en las conciencias de aquellos que son actores principales de los desvíos antes señalados.

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