Jueves, 22 Julio 2010 08:56

No confundir solidarismo y cooperativismo… No se pueden medir con la misma vara...

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El solidarismo es un gran invento de Costa Rica para el mundo. Nació en 1947 gracias a una idea de don Alberto Martén, quien se inspiró en dos pensadores europeos.

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Nació por tres razones. La primera es para que la cesantía no fuera una expectativa de derecho sino un derecho real. Lo explico: antes, sólo se pagaba prestaciones a una persona si era despedida con responsabilidad patronal, es decir, por gusto o necesidad del patrono. Si alguien renunciaba, no tenía derechos, no le pagaban, e igual si alguien era despedido sin responsabilidad patronal. Además, en el caso de que lo despidieran, se le pagaba su derecho a cesantía hasta un tope de ocho años. Si alguien tenía treinta años de trabajar en una empresa, únicamente le pagaban prestaciones como si tuviera ocho años de laborar. Esta injusticia pasó a la historia gracias al solidarismo. 

La segunda razón que llevó a don Alberto a crear el solidarismo fue su sueño de acabar con la lucha de clases, esto es, que los empresarios y los trabajadores no se enfrenten ni se vean como enemigos.

Los empresarios y sus trabajadores pueden ser amigos. Es más, deben ser amigos, aliados, compinches, cómplices en el éxito de la empresa.

Y la tercera razón es convertir al proletario en propietario, o sea, que el trabajador tenga algo más que la estabilidad de un empleo, algo más que un salario por mes.

Quienes confunden al solidarismo con el cooperativismo, aduciendo que son la misma cosa, desconocen la realidad de nuestro sector, y quieren revolver papas con chayotes. El cooperativismo y el solidarismo están hermanados en algunos puntos, pero son muy diferentes. En primer lugar, el solidarismo no capta recursos de terceros, como sí lo hacen las cooperativas de ahorro y préstamo.

Y eso hace una gran diferencia en caso de que nos quieran regular.

Por eso, cabe preguntarse, ¿para qué regular a las asociaciones solidaristas y cómo van a hacerlo?

¿Cuáles van a ser los parámetros? Una asociación solidarista tampoco es un banco, ni una mutual.

Una regulación pretendería proteger a los clientes de los dueños, pero en el solidarismo, los dueños son los mismos clientes, por lo que hay un mecanismo natural de autorregulación a través de la asamblea general de cada asociación solidarista.

El solidarismo es tan particular, tan costarricense, tan auténtico, tan extraordinario y único en el mundo, que cualquier intento de regulación debe ser muy bien estudiado. El solidarismo es un invento tico tan genial como el no tener ejército o el proteger una cuarta parte de nuestro territorio nacional en parques nacionales.

El solidarismo es hijo de la cultura democrática de Costa Rica, y no podemos permitir que todo lo que ha generado pueda correr peligro por intereses de terceros de ahogarnos con una política regulatoria que entrabe, que entorpezca, que retrase o deprima al sector, que le ate las manos a las asociaciones solidaristas.

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