Lunes, 01 Noviembre 2010 05:13

LA BOCARACA 1

Escrito por
La Cámara Nacional de Radio se complace en presentar: La Bocaracá, una adaptación radiofonica del Cuento Homónimo del escitor costarricense Carlos Luis Fallas.
Narrador: Aconteció en las inmensas soledades de Toro Amarillo.
Allá, una casa rompe la unidad de la selva, y fue Jenaro Salas quien primero arrancó unos árboles para sembrar su áspera vivienda.
Era un galerón de palos cubiertos de corteza, que se asomaba a la orilla de un camino abandonado. En el invierno...una ciénaga: en el verano...un polvazal.
La casucha veíase aun más humilde, bajo la arquitectura de una Ceiba, casi tan alta como una plegaria.
Jenaro era un hombre atribulado, porque pensaba que la tierra lo malquería; la juzgó en su contra y quizás por eso, la región a veces lo atormentaba y a veces, también, se reía de él.
Jenaro: porque sentiré tanto temor… a que le tendré miedo, acaso será a la soledad a las tinieblas o al silencio?
Narrador: De noche tardaba el sueño en llegar a sus ojos, y era entonces cuando la respiración de su mujer y de su hijito, o el chisporroteo de algún tizón que quedara vivo en la cocina, le servían de consuelo o gozo.
En las noches sin luna, una llamita en la linterna tenía el poder de un faro.
Cierta tarde, regresaba Jenaro Salas de su trabajo de montaña, tirando de una carretilla cargada de súrtulas y palmitos. Al acercarse a su rancho, halló en el portón a su pequeño hijito, que lloraba con claros deseos de contar algo que no sabía decir.
Movido por el temor, Jenaro no se ocupó más del niño. Echó a correr y se metió en la casa...
Jenaro: ¡Tana!, ¡Tana!, donde estas?
Narrador: Pero en la casa no estaba su mujer.
Jenaro: Estará  afuera de la casa? Iré a ver, saldré por la puerta de atrás… ¡Tana!, ¡Tana!…..
Narrador: Dirigió su vista en todas direcciones, como una brújula agitada; al fin se clavó en el norte, hacia abajo, junto al riachuelo que trascurría a una pedrada de lejos.
Jerano: ¡Tana!, ¡Tana!…
Jerano: ¡Tana!, ¡Tana!
Narrador: Corrió otra vez. Allí estaba su mujer, tendida en el suelo, lívida, inconsciente. Dos de los nudillos de su mano izquierda sangraban. Cerca de ella había una serpiente de unos dos palmos de longitud, con la cabeza aplastada y todavía en convulsiones.
Era una bocaracá.
Cuando regresemos la segunda parte de LA BOCARACA, UN CUENTO DE CARLOS LUIS FALLAS
La Cámara Nacional de Radio se complace en presentar: La Bocaracá, una adaptación radiofonica del Cuento Homónimo del escitor costarricense Carlos Salazár Herrera.
Narrador: Aconteció en las inmensas soledades de Toro Amarillo.
Allá, una casa rompe la unidad de la selva, y fue Jenaro Salas quien primero arrancó unos árboles para sembrar su áspera vivienda.
Era un galerón de palos cubiertos de corteza, que se asomaba a la orilla de un camino abandonado. En el invierno...una ciénaga: en el verano...un polvazal.
La casucha veíase aun más humilde, bajo la arquitectura de una Ceiba, casi tan alta como una plegaria.
Jenaro era un hombre atribulado, porque pensaba que la tierra lo malquería; la juzgó en su contra y quizás por eso, la región a veces lo atormentaba y a veces, también, se reía de él.
Jenaro: porque sentiré tanto temor… a que le tendré miedo, acaso será a la soledad a las tinieblas o al silencio?
Narrador: De noche tardaba el sueño en llegar a sus ojos, y era entonces cuando la respiración de su mujer y de su hijito, o el chisporroteo de algún tizón que quedara vivo en la cocina, le servían de consuelo o gozo.
En las noches sin luna, una llamita en la linterna tenía el poder de un faro.
Cierta tarde, regresaba Jenaro Salas de su trabajo de montaña, tirando de una carretilla cargada de súrtulas y palmitos. Al acercarse a su rancho, halló en el portón a su pequeño hijito, que lloraba con claros deseos de contar algo que no sabía decir.
Movido por el temor, Jenaro no se ocupó más del niño. Echó a correr y se metió en la casa...
Jenaro: ¡Tana!, ¡Tana!, donde estas?
Narrador: Pero en la casa no estaba su mujer.
Jenaro: Estará  afuera de la casa? Iré a ver, saldré por la puerta de atrás… ¡Tana!, ¡Tana!…..
Narrador: Dirigió su vista en todas direcciones, como una brújula agitada; al fin se clavó en el norte, hacia abajo, junto al riachuelo que trascurría a una pedrada de lejos.
Jerano: ¡Tana!, ¡Tana!…
Jerano: ¡Tana!, ¡Tana!
Narrador: Corrió otra vez. Allí estaba su mujer, tendida en el suelo, lívida, inconsciente. Dos de los nudillos de su mano izquierda sangraban. Cerca de ella había una serpiente de unos dos palmos de longitud, con la cabeza aplastada y todavía en convulsiones.
Era una bocaracá.
Cuando regresemos la segunda parte de LA BOCARACA, UN CUENTO DE CARLOS SALAZAR HERRERA
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