Orlando Castro Quesada

Orlando Castro Quesada

Quienes ya peinamos algunas canas, estamos cansados de oír de los casi endémicos problemas de la Caja Costarricense del Seguro Social, en sus dos divisiones estratégica-operativas, el seguro de Salud y el régimen de invalidez, vejez y muerte.
El de salud se ha ido deteriorando, cada vez más, en la calidad de los servicios que se le prestan a los asegurados, quienes cuando acuden enfermos en busca de ayuda a alguno de los centros de atención médica, trátese de un Ebais, una clínica periférica o a la consulta externa de un hospital de la Caja, lo primero que encuentra, es un rótulo o a un agrio funcionario que lo informa sobre el trámite burocrático que debe cumplir para ser visto por un médico. Cada vez más, son más largas listas y el tiempo de espera para realizarse todo tipo de exámenes, conseguir una cita con algún especialista y para cerrar con broche de oro, la espera para la realización de alguna cirugía. Todo esto como si las enfermedades entendieran algo de burocracia. No son pocos los casos que cuando se llega la fecha, la o el paciente no se presenta, simplemente, porque ya no está entre los vivos.
Mientras que el otro pilar de la institución, el régimen invalidez, vejez y muerte tampoco goza de buena salud pues según el decir de algunos funcionarios de la misma institución y hasta del gobierno, en el mediano plazo, el régimen de pensiones es insostenible financieramente en las condiciones actuales. Pareciera ser básicamente uno de muerte pues conseguir la adjudicación de cualquiera de los sistemas posibles de pensiones, a juzgar por varios casos de los que he sido informado, es más fácil sacarse el premio mayor de la lotería de navidad.  Y si esto fuera poco, encima el régimen, está en camino de la insolvencia financiera, según el decir de sus responsables.
En todos estos últimos treinta años, presidentes ejecutivos y de la república han llegado y se han ido pero los grandes problemas de la Caja, no solo persisten sino que se han ido agravando. No hay que tener cuatro dedos de frente, como decía, la gente de antes, para concluir entonces que el problema real de la Caja Costarricense del Seguro Social, es debido a una absoluta y manifiesta incapacidad de administración de esa institución, en el sentido estricto de este término por parte de sus administradores. Debemos entonces preguntarnos si el problema que aqueja a la Caja Costarricense del Seguro Social y guardando las diferencias del caso, a caso no es el mismo que afecta a la inmensa mayoría de instituciones estatales, que han perdido absolutamente el norte respecto a su razón de ser de ser medios para satisfacer oportuna, eficaz y eficientemente las necesidades de la ciudadanía.
Dado todo lo anterior, debemos concluir que la falta de una gestión oportuna, eficaz y eficiente en la Caja y en el resto de las organizaciones públicas, tiene una relación directa con quienes fueron elegidos, a través de procesos de elección popular, por consiguiente, los verdaderos responsables, al fin de cuentas, somos las y los electores, por haber sido poco, para no decir nada, exigentes respecto a los atributos personales, profesionales y cívicos de quienes les damos nuestro voto.
Aprendamos pues de nuestras propias experiencias y tengamos claro que es de dementes creer que si repetimos procedimientos, mantener el vigente estilo gerencial, podemos esperar resultados diferentes. Así que si queremos que las cosas realmente cambien en este país, necesariamente, habría que cambiar el estilo de administración que ha imperado, en los pasados treinta años o sea habría que mandar para sus casas a los actuales responsables y que otros asuman esas responsabilidades.
Quienes ya peinamos algunas canas, estamos cansados de oír de los casi endémicos problemas de la Caja Costarricense del Seguro Social, en sus dos divisiones estratégica-operativas, el seguro de Salud y el régimen de invalidez, vejez y muerte.
Las artes son sin duda una de las manifestaciones más propias de la naturaleza humana, solo quienes la poseemos, somos capaces de generar alguna manifestación artística y si carecemos de ese don, por lo menos, podremos vibrar en nuestro fuero interior ante solo la observación o escucha de alguna creación artística.
Dado el corto espacio de tiempo del que dispongo en este espacio, quiero referirme sólo a la modalidad del canto y al apoyo que canal 7 le da a este género del talento musical nacional, a través de su programa de las noches de los sábados,.
Aunque no soy asiduo seguidor de la citada producción, reconozco que es una iniciativa que ha servido para que costarricenses, con el don para el canto, puedan darse a conocer pública y masivamente por su medio, lo cual a todas luces es un esfuerzo digno de reconocer.
Sin embargo, en las notas periodísticas de Telenoticias, he visto y oído con gran preocupación la participación de al menos una niña, que apareció ante las cámaras con vestimentas,  actuaciones e interpretaciones más propias de una mujer adulta que de una pequeña. Su voz no sonaba tampoco como la de una niña, su talento para el canto es muy evidente pero me preguntaba, al escucharla y verla desplazarse como si fuera una adulta pequeña en el escenario si ¿Acaso esa experiencia, no le está arrebatando, muy anticipadamente, algo que con el tiempo perdería, me refiero a su niñez y a vivirla plena e integralmente?
No pude dejar de recordar programas cuando se iniciaba la televisión en nuestro país, como Chungaleta, el Club del tío Santiago entre otros que ahora escapan a mi memoria, todos enfocados en ser un espacio donde niñas y niños se expresaban artísticamente pero sin dejar, por eso, de comportarse de acuerdo a su corta edad.
En estos tiempos de cambios brutales en la forma cómo se estudia, cómo se trabaja y hasta cómo se vive; pareciera que hemos perdido, en esa explosión de conocimiento y tecnología, muchos valores intrínsecos a la naturaleza humana y con ellos parte importante del sentido de la vida. Las personas pareciera que hoy disponen de más comodidades materiales y reconocimientos efímeros pero de menos paz interior.
Todo ser humano, esté en la niñez o en la adultez, para darle sentido a su vida debe tener el mayor grado de felicidad, en el mayor plazo de tiempo posible y sin duda, no debería haber más tiempo más feliz, que el de la infancia pero esta no es una época de felicidad solo para las niñas y niños que la viven, sino también lo es para quienes coyunturalmente los acompañan en esta hermosa e irrecuperable etapa de la niñez.
Con gran nostalgia hay que tener clara conciencia de que esos momentos de jugar y correr inocente, alegre y despreocupadamente, más temprano que tarde, se volverán efímeros, por el paso inexorable del tiempo. Por esto, precisamente, pienso que es una ingratitud quitarle a cualquier niña o niño el vivir su niñez, como lo que realmente es y en realidad no hay ninguna razón para empujarlos a asumir el papel de adultos pequeños. Ojalá los responsables de esa producción o de cualquier otra similar. que pudiera darse en el futuro, diseñen dos secciones una para niñas y niños y otra para solo para adultos.
Las artes son sin duda una de las manifestaciones más propias de la naturaleza humana, solo quienes la poseemos, somos capaces de generar alguna manifestación artística y si carecemos de ese don, por lo menos, podremos vibrar en nuestro fuero interior ante solo la observación o escucha de alguna creación artística.
Dicen altos funcionarios públicos, incluidos algunos quienes han estado en la Presidencia de la República, que este país es ingobernable. Ciertamente, y no pocas veces, pareciera como que nadie gobierna en Costa Rica pero no tanto porque no puedan cumplir con sus responsabilidades públicas, sino simplemente porque algunos funcionarios públicos hacen caso omiso de ellas y sobretodo del ordenamiento jurídico, incluida la misma Constitución Política, que los faculta y empodera para actuar con propiedad y autoridad, sin embargo, no lo hacen y se prefiere buscar alternativas parches, en vez de soluciones integrales.
Muchos ejemplos confirman lo anterior pero por razones de espacio, veremos solo uno, del cual incluso ya hice un comentario anterior y es sobre el SINAES, Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior. Un ente adscrito al Consejo Nacional de Rectores, CONARE y no al Consejo Superior de Educación.
El 22 de abril del 2002, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley Nº 8256, avalada por el Presidente de la República y el Ministro de Educación Pública, en mayo de ese mismo año. Esta Ley le confiere al SINAES la categoría de órgano de interés público, cuya misión primordial es acreditar, con carácter oficial, las carreras y programas universitarios que cumplan con los requerimientos de calidad que establezca el SINAES.
Lo anterior, pareciera evidenciar una usurpación de deberes por parte del SINAES pues conforme lo establece el artículo 81, de la Constitución Política, es el Consejo Superior de Educación, el Órgano de carácter Constitucional responsable de orientar y dirigir desde el punto de vista técnico, los diferentes niveles, ciclos y modalidades del Sistema Educativo Costarricense.
La calidad de nuestra educación debe ser solo una, la mejor.
Por lo tanto, es ese Órgano Constitucional el que tiene el deber irrenunciable de definir la política educativa, evaluarla y promover cambios pertinentes para el mejoramiento de la Calidad, la Equidad y la Eficacia de la Educación en sus diferentes niveles, ciclos y modalidades. Sin embargo, de acuerdo con el artículo 4 de la Ley 8798, el Estado costarricense y sus instituciones, deben procurar la contratación de los graduados de carreras cuya calidad está respaldada por el SINAES.
Ese artículo 4 de la citada ley, señala una evidente discriminación entre las y los graduados de los centros de educación superior, que no gocen sus carreras de la acreditación del SINAES; aunque si están autorizadas por el Consejo Superior de Educación. Esto además pareciera muy difícil de sostener constitucionalmente, porque tal como lo establece el artículo 81, de la Constitución Política, es el Consejo Superior de Educación, es el único al que le compete garantizar la calidad, la equidad y la eficacia de nuestra educación superior y no al SINAES.  Y si es que este Consejo no cumple que con sus obligaciones constitucionales, que entonces de acuerdo a la ley, que se sancione a sus integrantes, por incumplimiento de deberes pero dejemos ya de crear más burocracia, que solo complica la ya muy enmarañada gestión pública.
Por ese tipo de inconsistencias, es que este país se ha vuelto ingobernable.
Dicen altos funcionarios públicos, incluidos algunos quienes han estado en la Presidencia de la República, que este país es ingobernable. Ciertamente, y no pocas veces, pareciera como que nadie gobierna en Costa Rica pero no tanto porque no puedan cumplir con sus responsabilidades públicas, sino simplemente porque algunos funcionarios públicos hacen caso omiso de ellas y sobretodo del ordenamiento jurídico, incluida la misma Constitución Política, que los faculta y empodera para actuar con propiedad y autoridad, sin embargo, no lo hacen y se prefiere buscar alternativas parches, en vez de soluciones integrales.
Los lamentables hechos suscitados en la Asamblea Legislativa, donde la evidente nueva torpeza de la fracción liberacionista, acuerpada por los diputados Orozco y Avendaño, tiene que ser la gota que derrame el vaso y de una vez por todas, los costarricense tomemos conciencia que este tipo gente, con esas visiones de país que tienen, no le sirven para nada a esta noble Patria, solo para dañarla.
Parafraseando a don Pepe, cuando en radio Alma Tica, con valentía y mayor patriotismo dijo: “lo mejor que puede hacer el gobierno es irse”, hoy le debemos decir a toda la fracción liberacionista y a sus compañeros de causa Avendaño y Orozco, que con este exabrupto y mayor irrespeto a la Constitución y al pueblo de Costa Rica, aduciendo falazmente que su actuar se dio por una defensa del voto secreto, realmente, lo mejor que pueden hacer, es irse todas y todos para sus casas.
Prácticamente estas y estos diputados son los mismos, que tuvieron la nada célebre idea de presentar como su primera iniciativa diputadil, subirse en forma desproporcionada sus ingresos mensuales. Como dice el sabio dicho popular, por la víspera se saca el día. Lo que sucedió el pasado primero de mayo, aunque a todas y todos los hijos de esta Patria nos debe preocupar y alamar, lo cierto es, que no debería sorprendernos pues esta gente ya había dado con sus actos, claras muestras sobre cuáles eran sus verdaderas intenciones al llegar a la Asamblea Legislativa.
La imposición para que Viviana Martín se mantuviera como Jefe de fracción de la fracción liberacionista, es parte de ese juego de poder, centrado en las vanidades personales, primero, de ella y luego de Luis Gerardo Villanueva. Contra viento y marea aquí se hace lo que decimos. Todo esto pareciera confirmar el también decir de don Pepe, cuando afirmaba que este pueblo está domesticado pero quiero pensar que las actuales generaciones y los verdaderos demócratas, para nada lo estamos y que vamos a exigirles a los responsables de este hecho de irrespeto al orden constitucional y al pueblo costarricense, que asuman su responsabilidad y además que esto no pase, como un simple desliz oportunista e impensado, sino que este actuar debe traerles profundas consecuencias a sus actores directos e indirectos.
En una verdadera democracia, el  poder reside en el pueblo, como la que todavía confío tengamos en Costa Rica a pesar de todo pero, evidentemente, muy amenazada por grupúsculos, que ven a la Patria como su propiedad particular. Si el pueblo es el que elige a quienes irán a la Asamblea Legislativa, al Ejecutivo y a las municipalidades pues sin caer en las malas prácticas de irrespeto constitucional de quienes son motivo para este comentario, en menos de tres años, consideremos seriamente no votar por ninguno de los grupos políticos involucrados en este y otros bochornosos casos. Estos hechos y otros similares, sirven solo para minar aún más la muy diezmada credibilidad de las y los costarricenses en sus instituciones y nuestro sistema democrático.
No permitamos que entre sonrisas, se acabe esta forma de convivencia pacífica, que nos heredaron nuestros antepasados y que, hasta ahora, la inmensa mayoría de nuestro pueblo, pareciera que no ha tomado la debida conciencia de la seria amenaza que se cierne sobre ella.
Los lamentables hechos suscitados en la Asamblea Legislativa, donde la evidente nueva torpeza de la fracción liberacionista, acuerpada por los diputados Orozco y Avendaño, tiene que ser la gota que derrame el vaso y de una vez por todas, los costarricense tomemos conciencia que este tipo gente, con esas visiones de país que tienen, no le sirven para nada a esta noble Patria, solo para dañarla.
Escuchaba, hace poco, en uno de los telenoticieros nacionales, una nota informativa sobre el decir del señor Ministro de Transporte, de las nuevas medidas para controlar la flota vehicular que, diariamente circula, dentro de la gran área metropolitana.
Entre las posibles medidas anunciadas en la nota periodística se citó, la posibilidad de ampliar el radio de la zonas prohibidas para circular, extendiéndolo hasta Heredia y Cartago; también se mencionó ampliar el tiempo diario de la restricción, así como, la posibilidad hasta de poner dos días de prohibición de circular para cada vehículo.
En la nota periodística se argumentaba que las nuevas medidas obedecían a las continuas alzas en el precio del petróleo a raíz de la crisis en Libia y a la urgente necesidad de bajar el consumo de los combustibles en el país.  Esto pareciera indicar que ya no es solo una medida para disminuir la cantidad de autos que diariamente circulan dentro de la zona restringida, para evitar el colapso vial que se produce por el crecimiento exponencial de la flotilla vehicular en el país pero no así de la infraestructura vial para atenderla adecuadamente.
Cuando uno oye ese argumento de que las nuevas medidas son para bajar el consumo, uno no puedo menos que pensar, en la máxima que en los cursos iniciales de economía, donde nos decían que la demanda se estimulaba o se deprimía a través del sistema de precios y este a su vez, era determinado por el tamaño de la oferta, ya fuese de bienes o de servicios; a mayor oferta, menor precio, a mayor demanda, menor oferta y esto degeneraría en precios más altos para el consumidor final.
Parece que lo anterior, aquí en Costa Rica no funciona en el mercado de consumo de combustibles pues desmiente esa máxima de la economía ya que los precios suben y el consumo de los combustibles también sube, según el decir de la nota informativa.
Por otro lado, tampoco se puede dejar de pensar en cómo vamos a resolver nuestras necesidades de transportes de miles y miles de costarricenses, ya no solo un día sino podría ser hasta, quienes ante la imposibilidad de utilizar su vehículo, tengamos que recurrir al sistema de transporte público, que a todas luces, resulta absolutamente insuficiente para atender la creciente demanda. Al juzgar por esos hechos, el problema es de la gente, no del gobierno, por lo menos así pareciera ser cómo lo ve el gobierno
¿Será que las altas autoridades del gobierno pensaran que esa situación no les corresponde a ellos considerarla y darle opciones de transporte a la ciudadanía? ¿Será que piensan que cada quien vea como se la juega para llegar a sus trabajos?
Esas disposiciones, como otras muchas, que se han tomado, no solo en este gobierno, sino también en los anteriores, dejan claro que en no pocos casos, las políticas públicas obedecen más a una coyuntura, que a un estudio inteligente e integral de la problemática existente y la cual debería ser resuelta de igual manera.
Esa falta de profundidad en el estudio de las causas de una problemática y más bien centrarse solo en los efectos, es un mal que aqueja a nuestra administración pública, desde hace demasiados años y ya va siendo hora de ponerle coto a esta práctica.
Escuchaba, hace poco, en uno de los telenoticieros nacionales, una nota informativa sobre el decir del señor Ministro de Transporte, de las nuevas medidas para controlar la flota vehicular que, diariamente circula, dentro de la gran área metropolitana.
Entre las posibles medidas anunciadas en la nota periodística se citó, la posibilidad de ampliar el radio de la zonas prohibidas para circular, extendiéndolo hasta Heredia y Cartago; también se mencionó ampliar el tiempo diario de la restricción, así como, la posibilidad hasta de poner dos días de prohibición de circular para cada vehículo.
Antes de tratar de dar mi respuesta a la pregunta que sirve de título a este comentario, creo que las y los amables oyentes, se merecen una explicación sobre lo que me movió a plantear esa interrogante y compartirles este comentario.
Resulta que hace, ya varios días, el también colaborador comentarista de Panorama y amigo, don Camilo Rodríguez Chaverri, tuvo la osadía y por qué no decirlo, hasta la valentía, de intitular un comentario suyo “Daniel Ortega y Fidel Castro, del lado de Muammar Kafi…¿Qué dirán ahora los ambientalistas de izquierda?
Pero, parece que su mayor pecado fue, el hacer una comparación entre las manifestaciones de ese subgrupo o sea, los ambientalistas izquierdistas, en relación a su actuar en Crucitas y las dadas casi tímidas y/o inexistentes acciones, en lo relativo a lo que está sucediendo en la Isla Calero. Ese comentario provocó un ataque de gran intolerancia  hacia don Camilo, Panorama, y a este comentarista, como su Director.
Aparente y más extrañamente, algunas y algunos de quienes pegaron el grito, parece que no aplicaron el dicho aquel: “Al que le cae el guante, que se lo plante”. Y en vez de hacer un análisis de contenido al texto, para descubrir lo que en el fondo pretendió decir don Camilo, se quedaron en su superficie y con eso solo lograron sentirse directamente aludidos y por su puesto innecesariamente ofendidas y ofendidos.
Ahora sí habría que decir, que no todas y todos los ambientalistas, son izquierdistas pero todas y todos los izquierdistas, si parecen ser ambientalistas. Esta temeraria generalización, que es solo mía, la hago porque este subgrupo de ambientalistas, de orientación izquierdista, al sobrevenirse la crisis del comunismo, en el siglo pasado, se quedaron, sin trinchera, desde la cual dar sus luchas, las cuales en ningún momento, con este decir, quiero demeritar y mucho menos irrespetar pues es el pensamiento que propone este grupo de personas y como tal, tienen todo el derecho a tenerlo, expresarlo y hasta hacer el intento democrático por convertirlo en forma de gobierno que oriente el destino de la sociedad.
Retomando el asunto del comentario, pienso que don Camilo planteó una pregunta concreta y específicamente a las y los ambientalistas, que pudieran identificarse con Daniel Ortega y Fidel Castro, o sea izquierdistas, sobre su doble discurso de apoyar las acciones de Ortega, su correligionario en el izquierdismo, sus acciones concretas en contra de Crucitas y el no hacerlo con igual pasión en relación a la Isla Calero.
Insisto en que ese comentario de don Camilo, innecesariamente, fue asumido de manera generalizada por parte de algunas y algunos ambientalistas, aún cuando su título indica claramente para quienes está dirigido, además debió haber sido objeto de un racional, objetivo pero sobretodo desapasionado análisis de contenido, por parte de la inmensa mayoría de esa gente valiosa, que patriótica y desinteresadamente han dado una gran lucha personal, en defensa del medio ambiente y, ciertamente, no a una ideología, por lo menos, en mi criterio, así debió interpretarse a don Camilo, lo que hubiera evitado mucha molestia e insultos
Antes de tratar de dar mi respuesta a la pregunta que sirve de título a este comentario, creo que las y los amables oyentes, se merecen una explicación sobre lo que me movió a plantear esa interrogante y compartirles este comentario.
Resulta que hace, ya varios días, el también colaborador comentarista de Panorama y amigo, don Camilo Rodríguez Chaverri, tuvo la osadía y por qué no decirlo, hasta la valentía, de intitular un comentario suyo “Daniel Ortega y Fidel Castro, del lado de Muammar Kafi…¿Qué dirán ahora los ambientalistas de izquierda?
En el evento organizado por ANFE y la Academia de Centroamérica, sobre el proyecto del gobierno, para establecer nuevos impuestos, discutido, actualmente, en discusión en la Asamblea Legislativa. Uno de los expositores, el señor Juan Carlos Hidalgo, comentó sobre la reciente adquisición, por parte de la Presidencia de la República, de dos automóviles marca Audi, último modelo, para uso discrecional de la señora presidente Laura Chinchilla. Esto creó en el auditorio un sentimiento de desconcierto.
Por cierto, el también expositor, el señor ministro de Hacienda Fernando Herrero, ante la escandalosa afirmación de don Juan Carlos, con gran seguridad y mayor vehemencia, apuntó que, esos autos se habían comprado, sin que la señora presidente estuviera enterada y que no los iba a utilizar. Verbigracia, esto quiere decir, que en la Casa Presidencial hay personas que tienen el poder de decidir sobre las finanzas públicas asociadas a la Presidencia de la República y no tienen que solicitar la respectiva autorización de la señora presidente Laura Chinchilla.
Ante todo esto, uno no puede menos que preguntarse ¿Cómo es posible que alguien en la presidencia se tome esas atribuciones y acciones, tan ilógicas y desmoralizantes para el pueblo? Sobre todo cuando gobierno habla de nuevos tributos, porque afirma no tener la plata necesaria para seguridad, salud, aumentar salarios y educación.
Ya adquirir un auto nuevo de una marca europea, por cierto, nada económica, en momentos, en que el déficit fiscal raya el seis por ciento del PIB, ya es de por sí, un refuerzo muy negativo a la sensatez, buen sentido y prudencia que debe privar en toda gestión presidencial pero todavía adquirir dos, pasa a ser casi un insulto a las y los costarricenses, sobre todo, para quienes a duras penas, pueden conseguir el ingreso diario y así poder cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
De ser exacto lo dicho por el ministro Herrero y no tenemos por qué pensar que no lo sea, en mi respetuoso parecer, su decir lejos estuvo de hacerle un favor a la señora presidente Chinchilla pues lo dicho es tan grave o cuidado sino aún peor, que la misma adquisición de esos dos flamantes automóviles de paquete pues deja muy en evidencia, de que no siempre, algunas de las decisiones que se toman en la Casa Presidencial, son consultadas directamente a la señora presidente Laura Chinchilla, antes de ser llevadas a la práctica.
Lo más lamentable de todas estas incongruencias, entre el decir y el actuar de la mayoría de nuestras y nuestros políticos, es que, un día sí y otro también, golpean la credibilidad de nuestro pueblo, en nuestro sistema democrático. Esa forma de gobernar provoca, en no pocas y pocos ciudadanos, una terrible y peligrosa frustración, que termina con su alejamiento de los procesos electorales; con todo lo gravísimo que esto implica, para mantener vigente y vigorosa una democracia efectiva.
Dado todo lo anterior, sumado a los muy válidos argumentos de los distintos sectores productivos y sociales de nuestro país, sobre los que fundamentan su rechazo a la actual iniciativa gubernamental para crear nuevos impuestos, sería muy válido pensar que actual paquete tributario viaja en un carro funerario, posiblemente, marca Audi.
En el evento organizado por ANFE y la Academia de Centroamérica, sobre el proyecto del gobierno, para establecer nuevos impuestos, discutido, actualmente, en discusión en la Asamblea Legislativa. Uno de los expositores, el señor Juan Carlos Hidalgo, comentó sobre la reciente adquisición, por parte de la Presidencia de la República, de dos automóviles marca Audi, último modelo, para uso discrecional de la señora presidente Laura Chinchilla. Esto creó en el auditorio un sentimiento de desconcierto.

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