Miércoles, 08 Febrero 2017 10:14

Ciudadanía pensante

Ya comienzan a calentar el ambiente político electoral costarricense con la cercanía de la contienda entre precandidatos de diversos partidos, ello es una buena oportunidad para que la ciudadanía comience a desarrollar una capacidad pensante basada en el análisis, el poder de discernimiento, el juicio crítico y la imparcialidad para evaluar racional y libremente el actuar y las propuestas de los precandidatos y, posteriormente, de los candidatos.

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Ya está más que comprobado que cuando se actúa a la ligera, de manera instintiva, basando el poder de decisión en discursos llamativos pero vacíos, se llega a elegir de una manera parcializada e irresponsable.
Por eso, en el momento actual de la sociedad costarricense caracterizada por su alta complejidad en todos los órdenes del desarrollo, junto con la débil cultura de la civilidad del Estado, de la sociedad civil y del ejercicio ciudadano, es urgente lograr que las personas obtengan las condiciones para que los individuos ejerzan el papel de ciudadanos reflexivos.
Para ello, es necesaria una ciudadanía pensante que le responda a Costa Rica de manera reflexiva y participativa, para animar procesos político-electorales que contribuyan al desarrollo social y a la generación de una sociedad proclive al reconocimiento del ejercicio activo de la ciudadanía y la responsabilidad democrática en el marco del Estado Social de Derecho costarricense.
Ahora bien, para conseguir esa ciudadanía pensante es vital que la educación formal e informal forje individuos críticos, sustentados en valores cívicos, quienes sepan leer la realidad electoral desde perspectivas críticas diferentes y sepan apropiarse de las propuestas más convenientes para el país.
Recordemos que cuanto menos crítico sea el ciudadano, mucho más fácil será que se le manipule y se limite a basar su poder de decisión en categorías absolutas y llamativas propuestas pero sin argumentos; o, peor aún, caer en la pasividad y la indiferencia, las cuales terminan empañando el sano actuar democrático.
Ya es hora de que la formación ciudadana apunte a contribuir con la eficaz inserción social y política de las personas en la sociedad. Donde se trascienda el estatus jurídico y el ejercicio del voto para enfocarse en la construcción de subjetividades ligadas a la democracia y el bien común; e incidamos, con proactividad y motivación, en los procesos sociales y políticos costarricenses.
Tengamos en cuenta que la única manera de practicar la democracia es por medio del ejercicio de nuestra voluntad, de la actividad de nuestra inteligencia y de la acción de nuestra elección. No depende solo de las buenas intenciones o simples palabras; depende de nuestra responsabilidad, de nuestro civismo y de nuestra capacidad pensante para asegurar esos razonados tiempos políticos tan necesarios para la sana soberanía costarricense.

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