Miércoles, 24 Noviembre 2010 05:38

Definitivamente, la educación es la base del desarrollo…

En este espacio y en reiteradas oportunidades,  he sido enfático en que la educación es la base para el desarrollo de los pueblos y que será por su medio, que la pobreza terminará por perder la batalla y el desarrollo llegará para millones de seres humanos marginados por los crueles flagelos de la pobreza y la ignorancia; a su vez, agravados por la explotación de dictadores y sinvergüenzas que a lo único que han podido aspirar es a grados militares obtenidos sin más honor que el otorgado por la auto-imposición.
En los últimos días,  he descubierto que tengo razón y he entendido por qué algunos gobernantes,  tienen nulo interés en fortalecer la educación e invertir en desarrollo humano que permita a sus pueblos vivir mejor.  He entendido, por qué miles de esas pobres personas deben abandonar sus raíces y cultura,  sus tierras, hijos y ancianos con tal de buscar países como este,  donde su trabajo les permita obtener ingresos decentes y un poquito de dignidad que les haga soñar con un futuro mejor que la miseria a la que han sido condenados por los mercenarios y delincuentes que los gobiernan.
Solo la falta de educación puede hacer que un pueblo se equivoque tanto y tan seguido,  solo la ausencia de conocimiento y el hambre pueden hacer que un pueblo entero se deje oprimir y pierda toda capacidad de reacción y renuncie a cualquier intento por revertir rumbos equivocados.  Solo la ignorancia es capaz de calcinar la capacidad de las masas para buscar mejores derroteros sociales y solo ella, puede hacer que un pueblo entero confunda a los demagogos y piñateros con líderes o estadistas.
En los días recientes, al darle seguimiento y ver la defensa técnica de nuestro embajador en la OEA, caracterizada por el conocimiento   que da una sólida formación en derecho internacional y hacer la inevitable comparación con la retórica calumniosa, petulante y espuria del  aprendiz de dictador; el único sentimiento que aflora es de dolor por ese pobre pueblo,  condenado a seguir soportando la usurpación de su débil democracia y sufriendo el saqueo, la mentira, la ignorancia y la pobreza, en las que los tienen sumidos.
Ante la incapacidad técnica y la ausencia total de la razón,  es fácil fabricar imperios donde lo que hay es la defensa de derechos respaldados por tratados internacionales, un pueblo civilista y protector de los recursos naturales,  un país reconocido por su vocación de paz y  receptor también de muchas manos trabajadoras que vienen a cobijarse con nuestro cielo y a nutrirse del pan que compartimos, a gozar de nuestras libertades y a contribuir por supuesto con nuestra economía, a punta de trabajo digno y muy duro.
Dicen que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, pero yo creo que eso no es cierto.  Creo que esa pobre gente merece algo mejor de lo que ha tenido por décadas, en las que solo han conocido la mano del dictador, la del guerrillero inculto disfrazado de demócrata y la del ladrón que  llena sus bolsillos con piñatas de fondos públicos.
Solo la educación dará a ese pueblo hermano la posibilidad real de reaccionar e impedir que cada cuatro años conviertan el Río San Juan en tema electoral para llenar con demagogia de la más barata,  la incapacidad de ofrecerles una vida diga. Mi respeto al noble pueblo nicaragüense y mi súplica a la Inmaculada Concepción de María (su patrona), para que abra su mente,  sus ojos y su corazón y puedan librarse por siempre de los ruines esbirros que los han gobernado por años.
En este espacio y en reiteradas oportunidades,  he sido enfático en que la educación es la base para el desarrollo de los pueblos y que será por su medio, que la pobreza terminará por perder la batalla y el desarrollo llegará para millones de seres humanos marginados por los crueles flagelos de la pobreza y la ignorancia; a su vez, agravados por la explotación de dictadores y sinvergüenzas que a lo único que han podido aspirar es a grados militares obtenidos sin más honor que el otorgado por la auto-imposición.
En los últimos días,  he descubierto que tengo razón y he entendido por qué algunos gobernantes,  tienen nulo interés en fortalecer la educación e invertir en desarrollo humano que permita a sus pueblos vivir mejor.  He entendido, por qué miles de esas pobres personas deben abandonar sus raíces y cultura,  sus tierras, hijos y ancianos con tal de buscar países como este,  donde su trabajo les permita obtener ingresos decentes y un poquito de dignidad que les haga soñar con un futuro mejor que la miseria a la que han sido condenados por los mercenarios y delincuentes que los gobiernan.
Solo la falta de educación puede hacer que un pueblo se equivoque tanto y tan seguido,  solo la ausencia de conocimiento y el hambre pueden hacer que un pueblo entero se deje oprimir y pierda toda capacidad de reacción y renuncie a cualquier intento por revertir rumbos equivocados.  Solo la ignorancia es capaz de calcinar la capacidad de las masas para buscar mejores derroteros sociales y solo ella, puede hacer que un pueblo entero confunda a los demagogos y piñateros con líderes o estadistas.
En los días recientes, al darle seguimiento y ver la defensa técnica de nuestro embajador en la OEA, caracterizada por el conocimiento   que da una sólida formación en derecho internacional y hacer la inevitable comparación con la retórica calumniosa, petulante y espuria del  aprendiz de dictador; el único sentimiento que aflora es de dolor por ese pobre pueblo,  condenado a seguir soportando la usurpación de su débil democracia y sufriendo el saqueo, la mentira, la ignorancia y la pobreza, en las que los tienen sumidos.
Ante la incapacidad técnica y la ausencia total de la razón,  es fácil fabricar imperios donde lo que hay es la defensa de derechos respaldados por tratados internacionales, un pueblo civilista y protector de los recursos naturales,  un país reconocido por su vocación de paz y  receptor también de muchas manos trabajadoras que vienen a cobijarse con nuestro cielo y a nutrirse del pan que compartimos, a gozar de nuestras libertades y a contribuir por supuesto con nuestra economía, a punta de trabajo digno y muy duro.
Dicen que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, pero yo creo que eso no es cierto.  Creo que esa pobre gente merece algo mejor de lo que ha tenido por décadas, en las que solo han conocido la mano del dictador, la del guerrillero inculto disfrazado de demócrata y la del ladrón que  llena sus bolsillos con piñatas de fondos públicos.
Solo la educación dará a ese pueblo hermano la posibilidad real de reaccionar e impedir que cada cuatro años conviertan el Río San Juan en tema electoral para llenar con demagogia de la más barata,  la incapacidad de ofrecerles una vida diga. Mi respeto al noble pueblo nicaragüense y mi súplica a la Inmaculada Concepción de María (su patrona), para que abra su mente,  sus ojos y su corazón y puedan librarse por siempre de los ruines esbirros que los han gobernado por años.

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