Miércoles, 18 Julio 2012 05:12

DOS GRANDES DE LA MEDICINA.

La medicina ejercida con vocación, es uno de los quehaceres humanos mas excelsos y Costa Rica a lo largo de su historia ha sido pródiga en profesionales de excelencia, los nombres abundan por doquier, basta decir que la Patria que tenemos, en buena medida se construyó con la amalgama mágica de la conmiseración del médico con el buen quehacer de la política, que tuvo en Rafael Ángel Calderón Guardia a su figura primigenia.
Hace unos días abandonaron la dimensión terrenal dos médicos excepcionales, Carlos Luis Cubillo Ramírez y Roberto Sawyers Coopeland. El doctor Cubillo dejó su impronta en los programas de medicina comunitaria de su querida Nicoya, este médico de pueblo, sabía en su quehacer, que hay que educar al ser humano en su entorno, talvez ahí radica parte del milagro de que los nicoyanos están entre los más longevos de todo el mundo.
El doctor Cubillo era un trovador por excelencia, no pocas veces en sus visitas domiciliarias por los polvorientos caminos de la bajura, dejaba a un lado el maletín de médico para trocarlo por la guitarra y así, entre canciones, prodigaba con su bien timbrada voz el mejor bálsamo para el alma.
El doctor Sawyers, por su parte, nunca se sacó a su entrañable Limón del alma, con una visión integral del quehacer de la salud, lo mismo luchaba por un camino, por la provisión de agua potable, que por presupuesto para ir a visitar a las olvidadas comunidades indígenas, pocos hombres han hecho tanto en tan corto tiempo por la Región Atlántica.
Toda la geografía caribeña muestra la huella indeleble de este médico excepcional, desde la zona de las barras, el centro de la provincia y en los más remotos sitios, no es difícil encontrarse algún edificio destinado a la provisión de salud, engalanado con los colores naranja y azul que tanto le gustaban.
Carlos Luis Cubillo Ramírez y Roberto Sawyers Coopeland, dos médicos que honraron su profesión, dos historias inspiradoras para quienes abrazan este quehacer, que debe fundarse en el mandamiento supremo de amor al prójimo.
La medicina ejercida con vocación, es uno de los quehaceres humanos mas excelsos y Costa Rica a lo largo de su historia ha sido pródiga en profesionales de excelencia, los nombres abundan por doquier, basta decir que la Patria que tenemos, en buena medida se construyó con la amalgama mágica de la conmiseración del médico con el buen quehacer de la política, que tuvo en Rafael Ángel Calderón Guardia a su figura primigenia.
Hace unos días abandonaron la dimensión terrenal dos médicos excepcionales, Carlos Luis Cubillo Ramírez y Roberto Sawyers Coopeland. El doctor Cubillo dejó su impronta en los programas de medicina comunitaria de su querida Nicoya, este médico de pueblo, sabía en su quehacer, que hay que educar al ser humano en su entorno, talvez ahí radica parte del milagro de que los nicoyanos están entre los más longevos de todo el mundo.
El doctor Cubillo era un trovador por excelencia, no pocas veces en sus visitas domiciliarias por los polvorientos caminos de la bajura, dejaba a un lado el maletín de médico para trocarlo por la guitarra y así, entre canciones, prodigaba con su bien timbrada voz el mejor bálsamo para el alma.
El doctor Sawyers, por su parte, nunca se sacó a su entrañable Limón del alma, con una visión integral del quehacer de la salud, lo mismo luchaba por un camino, por la provisión de agua potable, que por presupuesto para ir a visitar a las olvidadas comunidades indígenas, pocos hombres han hecho tanto en tan corto tiempo por la Región Atlántica.
Toda la geografía caribeña muestra la huella indeleble de este médico excepcional, desde la zona de las barras, el centro de la provincia y en los más remotos sitios, no es difícil encontrarse algún edificio destinado a la provisión de salud, engalanado con los colores naranja y azul que tanto le gustaban.
Carlos Luis Cubillo Ramírez y Roberto Sawyers Coopeland, dos médicos que honraron su profesión, dos historias inspiradoras para quienes abrazan este quehacer, que debe fundarse en el mandamiento supremo de amor al prójimo.

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