Lunes, 01 Mayo 2017 08:04

El árbol un hijo agradecido.

El mes de mayo nace, es por mucho un tiempo significativo de vida, cambios, emociones, de encuentro con la madre tierra que se dispone para ser fecundada y esto lo saben la legión de agricultores, quienes precisamente a media quincena festejan su día en la figura de San Isidro Labrador.

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Aquí en estas latitudes es tiempo de lirios, pájaros, abejones, de los chaparrones que marcan el cambio de estación entre el verano que se aleja y el invierno que toca las puertas.
El primero de mayo se conmemora en todo el mundo el Día de los Trabajadores, hombres y mujeres sin distingo de género quienes derivan el sustento con el sudor de la frente, en la Asamblea Legislativa los actuales diputados se aprestan a su última sesión solemne, un dejo de nostalgia comienza a impregnar el ambiente parlamentario, no pocos acuerdos se fraguan al calor de estas emociones y a veces aquello que no germinó en tres años, brota en el epílogo de la gestión, por el bien de Costa Rica esperamos que eso suceda con temas largamente postergados.
En el Poder Ejecutivo comienza la cuenta regresiva para el mandatario de turno, un cuatrienio pasa volando, máxime para un gobierno como el actual que prolongó su curva de aprendizaje y cuando están listos para gobernar ¡Zas! el tiempo expira.
En la arena política convergen aspirantes y suspirantes, algunos con opciones reales y otros que llegan a pellizcar cuotas, los que se saben preparados y los animosos que se tiran la más de las veces sin saber nadar en las aguas electorales y menos con conocimiento del alambicado sendero de la gestión pública, se escuchan discursos grandilocuentes de quienes creen tener la capacidad de cambiar todo y al final terminan en las redes de cuanta ley y reglamento existen.
Mayo es un mes mágico, el zacate amarillento poco a poco se torna verde, el lomo quemado de grandes extensiones azotadas por incendios furtivos y algunos a propósito, comienza con el revenar de los troncos que milagrosamente sobrevivieron para continuar la existencia.
Las primeras lluvias acompañadas de un café caliente son propicias para la meditación, perfilar el horizonte y lo mejor, tiempo de acción.
Este incipiente invierno quisiera que usted, las municipalidades, los vecinos de los pueblos apostados a la vera de las carreteras emprendamos un vigoroso programa de reforestación de los caminos y así, en unos años contemplemos el tono multicolor de los malinches, jacarandas, robles, caña fistula, cortéz amarillo y resuene por siempre el estribillo “mayo florido”.
Regálese un árbol, será un hijo agradecido que perpetuará su memoria ¡manos a la obra!

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