Lunes, 18 Julio 2016 07:23

El miedo sentido cuando exigimos nuestros derechos

La lucha por la libertad siempre ha implicado valentía, ello supone dejar de lado el miedo. El Himno Patriótico al 15 de Setiembre dice: “Solo es hombre el que tiene derecho, no el que vive en la torpe abyección”, éstas palabras profundas recuerdan el deber constante de vigilar la libertad, pues el déspota está a la espera del descuido o la indiferencia de los ciudadanos para hacerse con el poder y tiranizar a los gobernados.

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Hay dos tipos de miedo, el que paraliza y nos lleva a rezagarnos, ese es el miedo malo. Hay otro tipo de miedo, el que nos lleva a prever, a ser prudentes pero eventualmente a ejecutar, ese es el miedo bueno.
Es natural temer cuando uno se enfrenta a la maquinaria del leviatán estatal, pues ya solo por su enorme tamaño intimida, pero si a eso le sumamos otras situaciones como represalias que eventualmente toma cuando se le ataca, se entiende por qué las personas temen y se paralizan, lo cual lleva a que el Estado y sus agentes tomen ventaja de esta situación, para llevar a cabo los abusos que se cometen todos los días, porque están conscientes del miedo que sienten las personas a exigirle el respeto de sus derechos y, como muy pocos lo hacen, el Estado sabe que puede actuar con completa impunidad.
Cuando un individuo o grupo de individuos exigen sus derechos, es natural que sientan miedo, pues el miedo es el mecanismo que utilizamos para prever, para reflexionar y para preparar el mejor camino que nos permita adoptar la conducta más adecuada y de esta manera evitar el yerro innecesario.
Sin embargo, muchas veces no es miedo lo sentido sino que es desinterés, es desapego por el bienestar propio y de los demás, lo cual lleva a la indiferencia y ésta lleva a la caída de los pueblos, pues si nadie se preocupa por defender la libertad, otros se encargarán de suprimirla y de buscar gobernar con tiranía, poniéndole el zapato por encima a los gobernados.
He ahí el por qué precio de la libertad es su eterna vigilancia y los abusos que el Estado y sus agentes cometen deben ser denunciados ante los tribunales. Los mecanismos para defendernos están frente a nosotros mismos, se encuentran en la ley, tal y como dice el himno al 15 de setiembre, “derechos sagrados la Patria nos da”, por eso, es nuestro deber cívico el exigir el respeto de la ley y el respetarla nosotros mismos, y si necesitamos recordar nuestro deber, internalicemos en nuestro subconsciente lo dicho en el himno: “y del pueblo los hijos en coro de la ley juren ser el sostén”.

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