Sábado, 21 Mayo 2016 05:49

Los templos de Limón, tan diversos como su cultura múltiple…

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Soy un admirador de la provincia de Limón. Me cae mal que se estigmatice a la provincia, que sean racistas y xenófobos en el manejo de la información sobre nuestra provincia con una cultura más diversa, más acusada, más pronunciada y más plural.

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Amo el paisaje de Limón, el color esmeralda y turquesa de su mar en Cahuita, Puerto Viejo y Manzanillo; la magia de los canales de Tortuguero, Parismina y Colorado; el sincretismo cultural en la zona bribrí; las miles de formas del verde permanente en Pococí y Siquirres; la frescura de las zonas altas de Guápiles, Guácimo y Siquirres; el colorido de las casas de estilo victoriano en Limón y Siquirres; la fortaleza multicolor y el señorío de las montañas en el Parque Nacional Braulio Carrillo, el Parque Nacional Barbilla y el Parque Nacional Tortuguero; los Carnavales de Limón y los Carnavalitos de Siquirres.
Amo la diversidad de Limón en su cocina: el sabor fuerte del patí, el sabor único del plantintá, los miles de sabores del rondón, la multiplicidad de efectos del coco y el chile panameño, lo legendario del seso vegetal o la fruta de pan…
Y en un campo donde se nota la multiculturalidad de Limón y su afán por los colores y la diversidad es en el conjunto de templos católicos y protestantes de Limón. Me encanta ir a ver la entrada o la salida de los negros y las negras en la Iglesia Bautista, al lado de la Casa Misionera. Esas dos edificaciones son elegantísimas y muy bellas. Hay que ver a los afrocaribeños los domingos, cuando van para el culto. Qué elegancia, qué colores, qué sentido de la belleza y la luz…
Entre los templos católicos, me encanta el de Cahuita, montado sobre pilotes o basas, como las casas de la zona, que fueron construidas en una zona que se inunda muchas veces al año… Es una iglesia de madera, pintada de amarillo o de naranja, que parece una fruta gigante convertida en escultura viva en la tierra.
Otro templo que me encanta es el de Kékoldi, ahí donde fueron a dar los bribrís que venían de las montañas, y donde hay un sincretismo entre lo indígena y lo afrocaribeño, la cultura de los cholos, que ha sido poco estudiada en el país.
Se nota el colorido de Limón en el templo nuevo de Puerto Viejo, pintón y buscapleitos; en el templo de Cariari de Pococí, moderno y fresco; en el templo de Guácimo, redondo, abierto; en el templo circular, perfecto, de Siquirres; en el templo en forma de barco de Tortuguero, hasta en templos pequeñitos pero bellos, como el de Barra del Colorado y el de Palacios de Pococí, en el templo en forma de manos en oración de Guápiles… Los templos de Limón son tan diversos y tan plurales en su arquitectura y su colorido como nuestra bellísima provincia, tan hermosa y tan mal entendida por el resto de Costa Rica. Qué viva Limón, verde, rojo, amarillo, azul, y de todos los colores…

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