Miércoles, 16 Octubre 2013 05:34

Semblanza de Dios

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Dios es bueno, grande, noble, paciente, dulce, bondadoso. Lo veo en las montañas azules que vuelven a amanecer, que nacen de nuevo con el sol. Lo veo en la luna que es un sello blanco de Dios en el cielo. Dios amanece entre mis dedos. Dios corre en el agua cuando me lavo las manos.

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Dios se pone gafas para que yo vea rosadas las montañas cuando Él abre los ojos. Dios enseña a pintar cuando colorea las flores. Derrama gotas de su sangre sobre las rosas. Baja el atardecer en las yerberas. Sus llagas embellecen las violetas. El cielo de sus mañanas está en las hortensias. El sol se condensa en bodoquitos que Dios hace con sus dedos sobre los árboles de corteza amarilla. Dios silba con el jilguero. Su canto es una campana mágica que activa las hojas de los árboles. Las plantas bailan con el viento donde Dios se viste y se desviste. Dios tartamudea con las estrellas. Trastabilla cuando pone a caminar al pato. Cojea cuando le nace una criatura enferma. Se luce cuando llueve con sol. Piensa de noche, con la tormenta. Siempre que duerme, Dios sueña con un futuro mejor. Dios escribe en el cielo cuando pasa una lapa y embarra el espacio vacío con todos sus colores. Dios dibuja en el agua cuando un cherepo corre sobre la cortina de plata, el espejo con nubes. Dios anda descalzo con la señora que pide una moneda en la calle, al lado del semáforo. Dios come con los niños más pobres, en las escuelas y en los tugurios. Dios despierta a la par de la mujer que está en la cárcel y anoche soñó con sus hijos. Dios es elegante como el pavorreal y sencillo como la gallina. Dios me despierta con el gallo del patio de los vecinos. Dios se viste de silencio cuando yo lo necesito. Dios me arrulla cuando no concilio el sueño. Y también le pone puntos y comas a mis ideas, y me levanta del letargo con el canto de los pericos sobre el techo de la casa. Dios es perseverante y nunca cambia. Va y vuelve con las olas. Duerme y despierta como la noche y el día. Se esconde en el sol y en la luna. Se acuesta sobre las nubes. Todo lo ve y todo lo escucha. No hay sordos para Dios ni hay mudos. Él sabe leer todos los idiomas, todos los gestos y todos los silencios. Así es mi Dios. Así lo describo. ¿Usted se ha puesto a pensar cómo es el Suyo?

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