Martes, 21 Octubre 2008 18:00

El subdesarrollo es cuestión de actitud

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En algún lugar, leí la frase que sirve de título a este comentario y mientras la leía no pude menos que pensar en las muchas situaciones que parecen confirmar ese decir. Veamos algunos hechos que parecieran indicar que los hispanoamericanos tenemos actitudes que nos sentencian para ser irremediablemente subdesarrollados.

En no pocas ocasiones, es evidente que muchas y muchos hispanoamericanos no le dan valor a lo nuestro y al gran potencial que tenemos como pueblo para emprender empresas importantes. Se cree que son otros los pueden y que debemos resignarnos a vivir como lo hemos venido haciendo. Y precisamente esta actitud solo puede conducir a una especie de mediocridad nacional y con ella jamás será posible generar ninguna riqueza importante en y para nuestros países.

El subdesarrollo de nuestras naciones, se refleja también en la incapacidad de comprender que somos un mismo pueblo pues compartimos la misma cultura y vivimos en el mismo continente. Las diferencias regionales propias a las subculturas, no implican, necesariamente, que por ellas no seamos parte integral de una cultura mayor común a toda la América Latina. La actitud hacia los otros, es la que nos hace vernos diferentes y aún peor creer, que esas diferencias son irreconciliables.

Mientras que, otras regiones del mundo están obviando sus diferencias culturales, de idioma y hasta de enfrentamientos históricos, para formar bloques económicos y hasta políticos, como es el caso de la Unión Europea, donde dejan de lado el hecho de que son un crisol de nacionalidades, para converger en que esas diferencias, no deben ser obstáculos insalvables y así formar una unión fuerte como medio para enfrentar los retos y amenazas que la nueva y globalizada economía está imponiendo en el mundo.

Es tal nuestro individualismo, que ni siquiera en regiones más pequeñas, como es Centro América, podemos entender que son más las realidades que nos unen que las que nos separan.  Pero si los pensamos dos veces, hasta dentro de nuestro mismo país, se dan hondas divisiones entre los diferentes grupos que conforman la sociedad.

Esa actitud de no poder transcender nuestras diferencias, tristemente, es más que evidente en la educada y amada Costa Rica. Aquí también se da esa actitud, nos esforzamos en buscar hechos que alimenten la confrontación. Si alguien duda de que esto sea así, lo invito a revisar solo el ambiente de sordos que ha privado en nuestra Asamblea Legislativa, desde hace más de 30 años. Esto, a su vez, ha impedido que ese cuerpo legislativo sea un verdadero motor de desarrollo económico y social pues, por años, se han desgastado sus integrantes en ser dogmáticos exponentes de sus diferencias,  frenando así una labor eficaz en pos del bienestar de todo nuestro pueblo.

Si los pueblos denominados subdesarrollados, aprendiéramos a apreciar, a valorar primero lo que tenemos pero además aceptáramos que pensar y tener diferencias, no tiene porque implicar que no se puedan lograr acuerdos efectivos para beneficio de todos los miembros de la sociedad, de la región y hasta de nuestro continente entonces tendríamos opción real para dejar el subdesarrollo. Visto desde la perspectiva antes señalada, pareciera entonces que el subdesarrollo, si es una cuestión de actitud.

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