Lunes, 13 Noviembre 2000 18:00

Historia de Coco

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Cuando se pierde una mascota, los chiquitos de la casa lloran abiertamente, Los grandes se enojan o se ríen de tanta sensibilidad por un zagüate, un gato o un perico,... pero a solas, echan de menos la mascota y a veces la extrañan mas que los güilas. Pero la historia de Coco merece que la contemos. Patricia llegó de los Estados Unidos con su esposo. El estudia el bambú y ella, como pintora, se enamoró de este país y desde hace más de diez años vive en la zona atlántica, que es la que más le gusta. Con la sensibilidad de artista, Patricia recogió hace años a un tucancito huérfano y lo crío hasta que se hizo adulto y hermoso como todas las aves de su especie. Bautizado como Coco, el ave se convirtió en el mejor amigo de Patricia, la miraba pintar, se metía en las pinturas, picaba los pinceles cuando no les gustaban En dos palabras, reemplazó a los hijos, ya grandes y lejanos, de Patricia Y como a sus propios hijos, la pintora nunca tuvo a Coco en una jaula sino que anduvo y voló por donde quiso, Ser libre tiene sus ventajas y peligros, pues una noche coco fue atacado por algún animal y regresó al día siguiente con su pico cortado a la mitad. Patricia lo curó y desde entonces lo chineó más que antes, pues ahora necesitaba su ayuda para alimentarse. Pero no por su discapacidad, coco dejó de ser un paseandero, ya que todos los habitantes de La marina de Guápiles, hogar de Patricia, lo conocen y se hicieron sus amigos Ya ni los perros más bravos le ladraban cuando pasaba volando bajo con su hermoso plumaje, y las barras de la pulpería el gato o de la soda la marina, lo habían declarado miembro honorario, Además de eso, coco se había hecho experto en ganado de tanto visitar la subasta ganadera, que queda cerca de su casa. Pero a mediados de este año, coco desapareció de su casa y no ha vuelto. Patricia, con amor de madre, lo buscó por todo el pueblo primero, y por todo Guápiles después, preguntándole a todo el mundo si ha visto un tucán con el pico cortado a la mitad. Hasta ahora no ha tenido suerte. Y aunque le han regalado tucanes de cerámica, papel, cuadros de tucanes, ella sigue buscando al suyo porque ella lo crío desde chiquito. Así que si usted, por una casualidad de esas que ocurren, anda por la zona atlántica y de pronto ve un tucán con solo la mitad del pico, avísenos, porque Patricia, su segunda mamá sigue esperando que un día aparezca.

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