Lunes, 13 Noviembre 2000 18:00

Lucha Campesina

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Carlos es un joven agricultor de la zona norte, vive con su esposa y sus dos hijos, en la finquita de su padre. Cada mañana al ser las cuatro en punto, comienza la dura faena. La esposa de Carlos sirve el café y las tortillas a los hombres que se van a trabajar al cañal. En dos días alistan cuatro carretadas de caña y dos de leña. En los siguientes tres días trabajan en el trapiche y hacen unas trescientas tapas de dulce o panela. El viernes en la noche llevan el dulce a caballo hasta la carreta, y el sábado en la madrugada pagan un carro para llevarlo hasta el mercado. Tanto trabajo y lo único que les queda sólo alcanza para comprar lo indispensable. A todo esto Carlos piensa: “Si lograra conseguir trabajo, me dedicaría al jornal, ganaría más y trabajaría menos. Pero aquí nadie da trabajo, la agricultura no deja nada. Ya no se puede sembrar maíz o frijoles, por que nadie los compra. ¿Por qué será que nos golpea tanto la pobreza a los que aún trabajamos en el campo? En Centroamérica, de cada 100 familias, más de 50 son campesinas, la mayoría de pequeños agricultores, y las otra parte depende del salario de alguien que trabaja fuera. La vida de estas personas es realmente dura, viven en casas con piso de tierra y un par de bombillos. Necesitan ropa, medicina y alimentos, pero también herramientas y fertilizantes, para poder trabajar duro y conseguir algunas de estas cosas. El problema de los campesinos no es producir, sino vender la cosecha con una pequeña ganancia, o por lo menos al precio de sus días de arduo trabajo. ¿Qué es lo que está pasando? La fabricación de modernas máquinas para alistar los suelos, fertilizar las siembras y recoger las cosechas, así como los avanzados sistemas de riego han desplazado la mano el hombre. Hoy un ingenio produce miles de sacos de azúcar al día. Una cosechadora de arroz o de maíz, corta y desgrana varios quintales por minuto. Lo que logra una mayor producción a un menor costo. Otro problema es la importación de productos a bajos precios, que dificultan la competencia de los productores nacionales. ¿Se terminará el mundo campesino? Mañana seguiremos hablando de la lucha de estas personas.

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