Lunes, 07 Octubre 2013 07:50

Para construir un mundo mejor cuentan hasta las pequeñas cosas

A veces cuando se piensa que vivimos en una sociedad que está marcada por su historia y ascendencia cristiana pues se debería esperar que la vida en ella trascurriera de una manera mas armónica, amistosa y menos violenta. Sin embargo, ello no ocurre frecuentemente.

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A pesar de que algunos dicen que vivimos en el país mas feliz del mundo, parece que en repetidas ocasiones y circunstancias, ello no parece muy evidente.

Pero no podemos tirar la toalla. Hemos de hacer el intento de vivir mas conforme con nuestras raíces y buscar con mas seriedad la ruta que nos consolide como un pueblo auténticamente feliz.

Amar y ser amado, hacer a los demás lo que deseamos que nos hagan o evitar en el trato con los otros lo que detestamos que la gente nos haga son, ciertamente y a ojos vista, realidades necesarias y muy conformes a nuestra identidad histórica que, como es evidente y resultaría en ganancia para todos, deberíamos potenciar de día en día.

Me gustaría considerar algunas formas de comportarse que, vividas en la cotidianidad y el marco de nuestros ambientes concretos, podrían hacer que nuestra sociedad sea mas armónica y amistosa y que, incluso, resulte mucho mas feliz de lo que se dice ya es.

Primero, es vital aprender a estar atentos a quienes nos rodean. Desaprender nuestra tendencia a la indiferencia es decisivo aquí. Vale la pena conocer lo que viven los amigos y familiares, los compañeros de labores y mostrar disponibilidad para colaborar si ello es posible en algún grado.

Saberse disculpar cuando fallamos es otro punto que es clave en nuestra convivencia diaria. No es señal de debilidad sino un síntoma de que queremos ser mejores. Esto eleva la temperatura ética en cualquier contexto en que nos movamos.

Ser educado con todos, atento y respetuoso y cuidar los detalles son otros elementos decisivos, lo mismo que crecer en la paciencia, sobre todo, con respecto a los fallos de los demás. Vale la pena hacer el intento en estas direcciones.

Finalmente, cuando tengamos la oportunidad de conversar o tratar a una persona, hay que mostrar que se está en ello. Dejar de lado miradas en otras direcciones o estar pendientes del teléfono u otros elementos da al traste con cualquier buena comunicación. Además y según la persona de que se trate, hay gestos que no se deben descuidar: un apretón de manos, un abrazo, una palmadita oportuna.

Para forjar un mundo mejor todo ayuda, hasta las mas pequeñas cosas. Hagamos el intento.

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