Martes, 25 Mayo 2010 07:45

PERDER LA DEMOCRACIA

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Aunque  otros duden, hemos convenido la democracia por ser la más representativa de las sociedades justas, equitativas y capaces de brindar la oportunidad de cambio a todos los que la conforman.

Hemos convenido establecer leyes, no porque sean justas, sino porque es justa su existencia. Hemos convenido elegir un parlamento que sea la voz de un pueblo.

 

Vergonzosa posición es aquella de apoderarse del poder para servirse sin servir al más necesitado. Cuando nuestros Diputados, ajenos a la realidad costarricense miran como un sufrimiento acceder a un puesto donde consideran han perdido beneficios, sin tomar en cuenta que pueden dimitir cuando gusten y permitir al siguiente en su papeleta representar con mayor dignidad a aquellos que lo eligieron.

Mientras los Diputados creen que el Parlamento es un sitio donde llegan a legislar para su beneficio e incrementan sus salarios porque con los millones que ganan manifiestan no alcanzarles ni para una camisa, la mayoría del pueblo continúa con salarios que deben ajustarse a la canasta básica, si es que acaso pueden acceder a lo básico.

Mientras todo esto suceda, Costa Rica no tendrá democracia. Porque hemos olvidado quién es nuestro prójimo y para quién legislamos. Porque hemos olvidado el camino de la justicia social, la senda de la verdadera democracia. Porque hemos olvidado servir con dignidad, con valores, con ética, pero ante todo, hemos olvidado la justicia y considerado que todos los valores que nuestros padres nos enseñan son adaptables a nuestro beneficio.

Como el hijo que ha heredado todo sin esfuerzo y luego, sin razón mediadora, sólo decide destruir o vender lo construido por sus padres porque no comprende la sangre vertida, el sudor de las manos, el llanto concebido para el logro y el sacrificio de una vida para que nosotros viviéramos la nuestra.

Como el hijo que no comprende nada de su pasado y cuya ignorancia acomodada entre los más altos títulos se esconde como un ave rapaz que todo desdeña y destruye.

Hemos convenido sin pena ni sobresalto, destruir la democracia.

Pueblo de ignorantes seremos si aquellos que nos representan manifiestan serlo con sus actos y decisiones y nunca hacemos nada. Pueblo de ignorantes seremos si nuestro conocimiento sólo nos permite olvidar la necesidad del vecino, del hermano, del prójimo.

Hemos convenido vivir en un país cuya democracia debe ser un orgullo para Latinoamérica y sin embargo, si perdemos nuestros principios, nuestros valores, si vendemos o destruimos lo que nuestros padres construyeron, seremos dueños de un futuro sin nada para ofrecer a nuestros hijos.

Será que la ética es el mito de los pueblos.
Que los valores aprendidos se adaptan al oportunismo.
¿Será acaso que nuestro presente es sólo eso, un ayer sin mañana?

Randall Roque, escritor costarricense

 

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