Miércoles, 22 Octubre 2014 07:52

Sínodo, familia y personas homosexuales.

Desde el lejano 1992 el Catecismo de la Iglesia dejaba claro que la condición homosexual no se podía considerar un pecado pues no reunía, esa realidad concreta, algunos de los requisitos necesarios para hablar de responsabilidad moral.

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San Juan Pablo II llegó a pedir varias veces, a lo largo de su pontificado y a todos los creyentes que dajaran de lado toda forma de intolerancia y discriminación. La meta es claramente otra: construir la paz. El 12 de junio del 2011, Benedicto XVI dijo que la Iglesia estaba llamada a abrazar a todo el mundo y hablaba de un Dios amor y belleza.Por tanto, ni discriminar ni excluir.

Francisco, por su parte, muchas veces ha venido diciendo que no estamos en la Iglesia para ser como una aduana o club de perfectos. El ideal es otro: una Iglesia de puertas abiertas donde no se discrimine ni se juzgue a nadie, ni siquiera a personas que tienen una preferencia sexual diferente a la de la mayoría.

En el Instrumento de Trabajo de la III Asamblea extraordinaria el Sínodo de los Obispos el tema de las uniones de personas del mismo sexo aparece y se trató en la primera parte del mismo de un modo abierto y como un verdadero desafío.

El día 13 de octubre la relación de resumen de lo dicho en el Sínodo y que han de trabajar los círculos menores idiomáticos en los próximos días, volvió sobre el punto.

Esta relación destaca, sin que sea muy nuevo el asunto, el aporte humano que puede aportar a la comunidad cristiana el hombre y la mujer homosexual y anota un deseo de la asamblea sinodal y de la Iglesia misma: dar respuestas pastorales realistas, desde la doctrina de siempre sobre el matrimonio y la familia, de cara a la atención pastoral de las personas homosexuales y de cara a la unión civil de personas del mismo sexo.

Esa respuesta realista, afirma la relación leída por el cardenal Erdö, hace ver que debe responder al crecimiento afectivo, en madurez humana y cristiana de cada persona, lo mismo que a todo lo que está implicado en el ingrediente sexual entendido ampliamente.

No es viable obviar la búsqueda de una solución de cara a uniones que no deben ser equiparables con el matrimonio, igualmente la atención pastoral de niños que viven con parejas del mismo sexo, allí donde ella sea posible ya en el presente momento.

El documento que comentamos es un borrador y busca convertirse en documento conclusivo de cara a la Asamblea ordinaria del Sínodo que es el próximo año y sobre el misma tema, esto es, la familia y cuanto la desafía hoy día. Queda estar atentos.

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