Domingo, 22 Marzo 2009 18:00

El arte es del pueblo

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El arte es del pueblo. El arte es del ser humano. El arte es para toda la gente. Todos y todas tenemos derecho a las obras de Dalí y de Picasso, de Neruda y de Darío, de García Márquez y de Cervantes. El ser humano tiene derecho a leer a Shakespeare, a escuchar a Beethoven, a disfrutar a Monet.  Ningún poeta o dramaturgo escribe para amasar fortunas. Escriben para comunicarse con el alma humana. Y de todas las artes, la universal es la música. La música no sólo es arte, es lenguaje. La música es el lenguaje universal. Ni el inglés es tan entendido como la música. Sólo la sonrisa comunica tanto como la música. Yo que amo bailar en los parques, con la Orquesta de Lubín Barahona y los Caballeros del Ritmo, y que soy fanático de nuestro swing criollo, creo que Costa Rica es universal por esas formas de música y de baile que sólo se ven aquí.

Quien quiera conocer el swing criollo, tiene que venir a este país. Por eso, tiene tinte de tragedia nacional que, amparados en una ley mal interpretada, que defiende el derecho de autor pero no la prohibición de mostrar el arte y la música, es una pena muy grande que un grupo de empresas trasnacionales, multimillonarias, quiera venir a cerrar emisoras porque lo que cobran por programar música es profundamente abusivo y no podría ser alcanzado ni por una pequeña parte de las emisoras que tiene Costa Rica. Como han dicho don Rigoberto Urbina y don Javier Castro, expresidentes de la Cámara Nacional de Radio, la radio entiende que la propiedad intelectual, y los derechos de autor de los creadores de las obras musicales, deben reconocerse y pagarse, y así lo ha hecho desde mucho tiempo la radio costarricense, pero es que están cobrando cifras abusivas, inequitativas, disparatadas, atolondradas y exageradas. Y hasta duele decirlo, pero no son dineros que llegan a los músicos, a los compositores o a los intérpretes, sino que quedan en las arcas de grandes empresas, en cuentas de muchos ceros.

 Todos y todas tenemos derecho a acceder, accesar y disfrutar de los más excelsos y sublimes productos de la sensibilidad y la estética, del gusto y el gozo del ser humano por la belleza, el orden, la armonía… Ya sea música de Schuman o de Daddie Yankee, de las grandes orquestas europeas o de nuestros grupos, como Kalúa o La Solución. Tanto tiene derecho quien escucha a Chopin como quien prefiere la salsa, la cumbia o el reguetón. La música es plural y diversa, como nuestra radio, y por eso es que Costa Rica tiene más de un centenar de opciones en el dial, algo que jamás ha podido ofrecer ni la prensa escrita ni la televisión. Por eso es que la radio tiene una credibilidad mucho mayor, porque se parece más al pueblo, es mucho más diversa.

Un día de estos fui de nuevo a la Casona de Santa Rosa, a la que había ido de niño, con mis papás, en un par de ocasiones. Sentí sangre debajo de la piel cuando leí en una placa, una frase del expresidente Francisco Orlich, don Chico: “el que quiera invadir Costa Rica, o atentar contra su libertad, jamás pasará más allá de Santa Rosa”.

Entre marzo y abril, ahora que recordamos a los héroes que echaron a los enemigos, filibusteros, hace más de 150 años, pienso que defender el derecho a escuchar música, la música que a mí me dé la gana escuchar o bailar, es defender la libertad y la pluralidad, la diversidad y el respeto a pensar distinto… Defender a las emisoras de los montos abusivos de las trasnacionales es defender la libertad que amamos en Costa Rica. Defender la música, es defender el amor del ser humano por su dignidad.

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