Jueves, 30 Septiembre 2010 08:29

150 años del Fusilamiento del Presidente Juanito Mora

Este Jueves 30 de septiembre se cumplen 150 años del fusilamiento de Juan Rafael Mora Porras, de don Juanito Mora.
La Asamblea Legislativa tuvo hace unos pocos días el acierto de declararlo Héroe Nacional y Libertador de la Patria por haber tenido la visión de reconocer la amenaza filibustera que se cernía sobre su patria, de preparar el ejército nacional que fuera capaz de defender nuestra soberanía y finalmente por el coraje de haber dirigido personalmente la guerra nacional que aseguró nuestra libertad e independencia.
Si a eso sumamos su obra como estadista, los logros que experimentó el comercio, las relaciones internacionales, obras públicas, salud y educación en su gobierno, es difícil negarle a don Juanito ese merecido título que la Asamblea le ha reconocido, justo 15 días antes del aniversario del crimen de estado que aún siglo y medio más tarde, debe seguir avergonzando a todos los hijos de la patria que él ayudó a salvar.
Por encima de las vacilaciones de los timoratos y las mezquindades de otros, este reconocimiento no significa endiosarlo ni desconocer sus defectos y debilidades como gobernante y como administrador del estado. Por el contrario, es darse cuenta que, por encima de sus defectos y hasta de sus ocasionales arranques de autoritarismo, Don Juanito Mora logró lo que parecía imposible, unir a toda Centroamérica tras un objetivo común; y este liderazgo de Costa Rica nos valió, como dice el himno nacional; “eterno prestigio, estima y honor”.
El presidente Mora sumó a su excepcional visión, la hidalguía de poner los intereses de la patria por encima de los suyos; sacrificando su propia comodidad personal, su inmensa fortuna y hasta su amada familia, en aras de la patria. Su sobrino, su cuñado y su propio hermano cumplieron con su deber en el Ejército Nacional, y en ocasiones garantizó la paga de sus soldados con su propia bolsa.
Para demostrar la firmeza de su decisión, siendo Presidente de la República y rodeado de enemigos políticos, dejó el poder y asumió la jefatura del ejército nacional para emprender una expedición a Nicaragua, a la respetable edad de 42 años.
Pero el gesto supremo que mejor lo retrata como hombre y persona es cuando condenado a muerte para salvar a sus seguidores, a minutos de enfrentar al pelotón de fusilamiento, escribe a su amada esposa para encargarle la educación de sus hijos, perdonar a quienes lo traicionaron, y ofrecer su vida como sacrificio para que vuelva la paz y el progreso a su pueblo.
Como ciudadanos de esta patria, que existe gracias a él, es nuestro deber de hombres bien nacidos, reconocer a don Juanito como el Héroe Nacional y Libertador de la Patria, como el más grande de los hijos que ha parido esta tierra, y en suma, ponerlo de ejemplo de conducta para nosotros mismos, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.
Este Jueves 30 de septiembre se cumplen 150 años del fusilamiento de Juan Rafael Mora Porras, de don Juanito Mora.
La Asamblea Legislativa tuvo hace unos pocos días el acierto de declararlo Héroe Nacional y Libertador de la Patria por haber tenido la visión de reconocer la amenaza filibustera que se cernía sobre su patria, de preparar el ejército nacional que fuera capaz de defender nuestra soberanía y finalmente por el coraje de haber dirigido personalmente la guerra nacional que aseguró nuestra libertad e independencia.
Si a eso sumamos su obra como estadista, los logros que experimentó el comercio, las relaciones internacionales, obras públicas, salud y educación en su gobierno, es difícil negarle a don Juanito ese merecido título que la Asamblea le ha reconocido, justo 15 días antes del aniversario del crimen de estado que aún siglo y medio más tarde, debe seguir avergonzando a todos los hijos de la patria que él ayudó a salvar.
Por encima de las vacilaciones de los timoratos y las mezquindades de otros, este reconocimiento no significa endiosarlo ni desconocer sus defectos y debilidades como gobernante y como administrador del estado. Por el contrario, es darse cuenta que, por encima de sus defectos y hasta de sus ocasionales arranques de autoritarismo, Don Juanito Mora logró lo que parecía imposible, unir a toda Centroamérica tras un objetivo común; y este liderazgo de Costa Rica nos valió, como dice el himno nacional; “eterno prestigio, estima y honor”.
El presidente Mora sumó a su excepcional visión, la hidalguía de poner los intereses de la patria por encima de los suyos; sacrificando su propia comodidad personal, su inmensa fortuna y hasta su amada familia, en aras de la patria. Su sobrino, su cuñado y su propio hermano cumplieron con su deber en el Ejército Nacional, y en ocasiones garantizó la paga de sus soldados con su propia bolsa.
Para demostrar la firmeza de su decisión, siendo Presidente de la República y rodeado de enemigos políticos, dejó el poder y asumió la jefatura del ejército nacional para emprender una expedición a Nicaragua, a la respetable edad de 42 años.
Pero el gesto supremo que mejor lo retrata como hombre y persona es cuando condenado a muerte para salvar a sus seguidores, a minutos de enfrentar al pelotón de fusilamiento, escribe a su amada esposa para encargarle la educación de sus hijos, perdonar a quienes lo traicionaron, y ofrecer su vida como sacrificio para que vuelva la paz y el progreso a su pueblo.
Como ciudadanos de esta patria, que existe gracias a él, es nuestro deber de hombres bien nacidos, reconocer a don Juanito como el Héroe Nacional y Libertador de la Patria, como el más grande de los hijos que ha parido esta tierra, y en suma, ponerlo de ejemplo de conducta para nosotros mismos, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.

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