Orlando Castro Quesada

Orlando Castro Quesada

La frase que sirve de título a este comentario, se le atribuye como la definición que Albert Einstein utiliza para definir que es la demencia.
En relación a los serios problemas que afronta la sociedad costarricense, pareciera que el único recurso visible para encontrar las posibles soluciones, se le endosa de manera única a la clase política, aunque en primera instancia pareciera lo lógico pues esta es la que accede al poder político a través de los diferentes procesos electorales. Sin embargo, la experiencia de los últimos treinta años, ha puesto de manifiesto su incapacidad para llevar adelante la tarea de administrar de la mejor manera los escasos recursos materiales, financieros y humanos con que cuenta el sector público para realizar las diferentes tareas que por ley, les corresponde asumir y además deben hacerlo de manera eficaz, o sea cumpliendo a cabalidad con los objetivos propuestos cuando se crearon las diferentes instancias públicas. La clase política de turno, por cierto grupo pequeño, si se le compara con otros grupos de la sociedad ya tocó techo.
En resumen podemos decir que los entes del sector público y en especial el Gobierno de la República, están llamados a realizar sus tareas de manera eficaz y eficiente o sea darle bienes y servicios a la ciudadanía de calidad y al mejor costo; sin embargo, la experiencia nos demuestra, para infortunio de los costarricenses, que no ha sido así. Las necesidades y mucho menos las expectativas de las personas son ni mediamente atendidas en forma eficaz y eficiente, de aquí se explica el gran porcentaje de desaprobación que manifiestan los estudios de opinión sobre la gestión de los diferentes poderes de la República.
Si nos apoyamos en la frase citada de Einstein, deberíamos dejar de seguir eligiendo a las personas que pertenecen a los mismos grupos y que, por años, han participado en nuestra política electoral. Simplemente, no hay ninguna razón válida para pensar que su estilo de gobernanza de los nuevos será diferente al seguido por sus antecesores. Estas personas persisten en centrar sus esfuerzos en presentarse ante la gente como la opción política electoral, sin tomar en cuenta que las personas ya están cansadas y prácticamente, para nada confían en los partidos políticos. Por otro lado, existe una fuerte tendencia a crear nuevos partidos políticos, los cuales mayoritariamente, solo poseen sus parciales visiones sobre lo que debe ser el gobierno de los próximos cuatros años pero carecen de una visión de mediano y largo plazo del tipo de sociedad que debemos ser.
Entonces ¿A qué conclusión podemos llegar después de la experiencia vivida en los últimos años y de esa reiterada tendencia de algunos a formar partidos políticos, pensando que el problema está en solo en cambiar la agrupación partidista en el poder?
Creo que la solución, primero, está en dar respuestas a las necesidades y expectativas de la ciudadanía y para que estas tengan un verdadero valor agregado, esas propuestas únicamente podrán emerger de la participación directa de todos los grupos que integran la sociedad y juntos de manera convergente decidir el tipo de sociedad en la que queremos vivir y que vivan nuestros hijos y nietos.
La frase que sirve de título a este comentario, se le atribuye como la definición que Albert Einstein utiliza para definir que es la demencia.
En relación a los serios problemas que afronta la sociedad costarricense, pareciera que el único recurso visible para encontrar las posibles soluciones, se le endosa de manera única a la clase política, aunque en primera instancia pareciera lo lógico pues esta es la que accede al poder político a través de los diferentes procesos electorales.
La frase que sirve de título a este comentario, se le atribuye como la definición que Albert Einstein utiliza para definir que es la demencia.
En relación a los serios problemas que afronta la sociedad costarricense, pareciera que el único recurso visible para encontrar las posibles soluciones, se le endosa de manera única a la clase política, aunque en primera instancia pareciera lo lógico pues esta es la que accede al poder político a través de los diferentes procesos electorales. Sin embargo, la experiencia de los últimos treinta años, ha puesto de manifiesto su incapacidad para llevar adelante la tarea de administrar de la mejor manera los escasos recursos materiales, financieros y humanos con que cuenta el sector público para realizar las diferentes tareas que por ley, les corresponde asumir y además deben hacerlo de manera eficaz, o sea cumpliendo a cabalidad con los objetivos propuestos cuando se crearon las diferentes instancias públicas. La clase política de turno, por cierto grupo pequeño, si se le compara con otros grupos de la sociedad ya tocó techo.
En resumen podemos decir que los entes del sector público y en especial el Gobierno de la República, están llamados a realizar sus tareas de manera eficaz y eficiente o sea darle bienes y servicios a la ciudadanía de calidad y al mejor costo; sin embargo, la experiencia nos demuestra, para infortunio de los costarricenses, que no ha sido así. Las necesidades y mucho menos las expectativas de las personas son ni mediamente atendidas en forma eficaz y eficiente, de aquí se explica el gran porcentaje de desaprobación que manifiestan los estudios de opinión sobre la gestión de los diferentes poderes de la República.
Si nos apoyamos en la frase citada de Einstein, deberíamos dejar de seguir eligiendo a las personas que pertenecen a los mismos grupos y que, por años, han participado en nuestra política electoral. Simplemente, no hay ninguna razón válida para pensar que su estilo de gobernanza de los nuevos será diferente al seguido por sus antecesores. Estas personas persisten en centrar sus esfuerzos en presentarse ante la gente como la opción política electoral, sin tomar en cuenta que las personas ya están cansadas y prácticamente, para nada confían en los partidos políticos. Por otro lado, existe una fuerte tendencia a crear nuevos partidos políticos, los cuales mayoritariamente, solo poseen sus parciales visiones sobre lo que debe ser el gobierno de los próximos cuatros años pero carecen de una visión de mediano y largo plazo del tipo de sociedad que debemos ser.
Entonces ¿A qué conclusión podemos llegar después de la experiencia vivida en los últimos años y de esa reiterada tendencia de algunos a formar partidos políticos, pensando que el problema está en solo en cambiar la agrupación partidista en el poder?
Creo que la solución, primero, está en dar respuestas a las necesidades y expectativas de la ciudadanía y para que estas tengan un verdadero valor agregado, esas propuestas únicamente podrán emerger de la participación directa de todos los grupos que integran la sociedad y juntos de manera convergente decidir el tipo de sociedad en la que queremos vivir y que vivan nuestros hijos y nietos.
La frase que sirve de título a este comentario, se le atribuye como la definición que Albert Einstein utiliza para definir que es la demencia.
En relación a los serios problemas que afronta la sociedad costarricense, pareciera que el único recurso visible para encontrar las posibles soluciones, se le endosa de manera única a la clase política, aunque en primera instancia pareciera lo lógico pues esta es la que accede al poder político a través de los diferentes procesos electorales.
Las poblaciones costarricenses ubicas en la margen sur del Río San Juan, vieron llegar con la carretera 1856 el desarrollo a sus comunidades al tener, por primera vez en su historia, comunicación terrestre con el resto del territorio nacional. Pero también, según me contaron, igual les llegó el agua potable, la electricidad, la telefonía y hasta el internet.
Sus pobladores hicieron suyo el viejo dicho popular de que nunca es tarde, cuando la dicha es buena; si se quiere estaban hasta agradecidos con Ortega por la invasión a Isla Los Portillos o Calero como otros le dicen pues esa acción había sido el detonante para que las autoridades nacionales vieran, aunque fuera por razones diferentes, la urgencia de abrir un acceso por vía terrestre a esa parte de Costa Rica.
Quienes seguíamos de cerca, desde el inicio, esas obras de infraestructura vial, nunca nos hubiéramos imaginado que detrás ellas había un gran chorizo, todo lo contrario, estábamos muy emocionados por las rápidas decisiones y acciones que un tiempo relativamente corto, se había tomado y el avance en construcción de la carretera.
Decepción de decepciones, cuando unos diputados hicieron las primeras denuncias de corrupción y después la Presidente Chinchilla las confirma y se inicia el ventilar en la prensa de todo lo mal actuado en la llamada carretera 1856, amparados a un decreto de emergencia nacional. Este tema si quiere además de ser un acto más de corrupción, con todo lo censurable, que una acción así puede recibir; es además casi un acto de traición a la Patria pues le dio argumentos al gobierno sandinista para ser utilizados en el entorno internacional contra lucha que Costa Rica da ante la Corte de Justicia de La Haya.
No quiero seguir reforzando la pérdida de credibilidad de los costarricenses en sus gobernantes, funcionarios públicos, instituciones y lo más peligroso en el sistema democrático pues primero porque no se debe generalizar y segundo, porque la democracia puede tener cualquier cantidad de debilidades y defectos pero es sin duda el mejor sistema para garantizar una efectiva convivencia social.
Concluyo diciendo que si algo bueno se puede decir de esta lamentable experiencia, es que el gobierno llevó, por las razones que fueran, mejores condiciones de infraestructura a poblaciones de costarricenses que estaban en el mayor abandono, desde siempre y con estas esos cientos o miles de costarricenses, vieron mejoradas sus condiciones de vida.
La carretera de la Dignidad, como inicialmente fue conocida, debe retomar ese nombre pero ya no ligado al conflicto fronterizo con Nicaragua, sino referido a la dignidad de las personas que viven en esa zona históricamente olvidada; el gobierno y todo el país tienen una deuda con ella y deben hacer lo necesario para que esas obras no queden inconclusas y además que las reparaciones obligadas para, al menos, medio subsanar el daño al ambiente, sean realizadas. Y que no se nos diga que no hay dinero pues si lo hubo para que unos inescrupulosos y malos patriotas se lo llevaran, lo debe haber para cumplir con los costarricenses que habitan, se educan y trabajan en esa región del país.
Las poblaciones costarricenses ubicas en la margen sur del Río San Juan, vieron llegar con la carretera 1856 el desarrollo a sus comunidades al tener, por primera vez en su historia, comunicación terrestre con el resto del territorio nacional. Pero también, según me contaron, igual les llegó el agua potable, la electricidad, la telefonía y hasta el internet.
Las poblaciones costarricenses ubicas en la margen sur del Río San Juan, vieron llegar con la carretera 1856 el desarrollo a sus comunidades al tener, por primera vez en su historia, comunicación terrestre con el resto del territorio nacional. Pero también, según me contaron, igual les llegó el agua potable, la electricidad, la telefonía y hasta el internet.
Sus pobladores hicieron suyo el viejo dicho popular de que nunca es tarde, cuando la dicha es buena; si se quiere estaban hasta agradecidos con Ortega por la invasión a Isla Los Portillos o Calero como otros le dicen pues esa acción había sido el detonante para que las autoridades nacionales vieran, aunque fuera por razones diferentes, la urgencia de abrir un acceso por vía terrestre a esa parte de Costa Rica.
Quienes seguíamos de cerca, desde el inicio, esas obras de infraestructura vial, nunca nos hubiéramos imaginado que detrás ellas había un gran chorizo, todo lo contrario, estábamos muy emocionados por las rápidas decisiones y acciones que un tiempo relativamente corto, se había tomado y el avance en construcción de la carretera.
Decepción de decepciones, cuando unos diputados hicieron las primeras denuncias de corrupción y después la Presidente Chinchilla las confirma y se inicia el ventilar en la prensa de todo lo mal actuado en la llamada carretera 1856, amparados a un decreto de emergencia nacional. Este tema si quiere además de ser un acto más de corrupción, con todo lo censurable, que una acción así puede recibir; es además casi un acto de traición a la Patria pues le dio argumentos al gobierno sandinista para ser utilizados en el entorno internacional contra lucha que Costa Rica da ante la Corte de Justicia de La Haya.
No quiero seguir reforzando la pérdida de credibilidad de los costarricenses en sus gobernantes, funcionarios públicos, instituciones y lo más peligroso en el sistema democrático pues primero porque no se debe generalizar y segundo, porque la democracia puede tener cualquier cantidad de debilidades y defectos pero es sin duda el mejor sistema para garantizar una efectiva convivencia social.
Concluyo diciendo que si algo bueno se puede decir de esta lamentable experiencia, es que el gobierno llevó, por las razones que fueran, mejores condiciones de infraestructura a poblaciones de costarricenses que estaban en el mayor abandono, desde siempre y con estas esos cientos o miles de costarricenses, vieron mejoradas sus condiciones de vida.
La carretera de la Dignidad, como inicialmente fue conocida, debe retomar ese nombre pero ya no ligado al conflicto fronterizo con Nicaragua, sino referido a la dignidad de las personas que viven en esa zona históricamente olvidada; el gobierno y todo el país tienen una deuda con ella y deben hacer lo necesario para que esas obras no queden inconclusas y además que las reparaciones obligadas para, al menos, medio subsanar el daño al ambiente, sean realizadas. Y que no se nos diga que no hay dinero pues si lo hubo para que unos inescrupulosos y malos patriotas se lo llevaran, lo debe haber para cumplir con los costarricenses que habitan, se educan y trabajan en esa región del país.
Las poblaciones costarricenses ubicas en la margen sur del Río San Juan, vieron llegar con la carretera 1856 el desarrollo a sus comunidades al tener, por primera vez en su historia, comunicación terrestre con el resto del territorio nacional. Pero también, según me contaron, igual les llegó el agua potable, la electricidad, la telefonía y hasta el internet.

La Nación del pasado martes 17 de julio, nos informó que las utilidades de la banca pública creció un 11% en relación al año anterior. Esta información que nos presenta el matutino nos permite hacer varias consideraciones en relación a la evolución que ha tenido la banca pública desde en el gobierno de José María Figueres Olsen, se abrió la posibilidad para que los bancos privados tuvieran acceso a los depósitos a la vista de los costarricenses.

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La Nación del pasado martes 17 de julio, nos informó que las utilidades de la banca pública creció un 11% en relación al año anterior. Esta información que nos presenta el matutino nos permite hacer varias consideraciones en relación a la evolución que ha tenido la banca pública desde en el gobierno de José María Figueres Olsen, se abrió la posibilidad para que los bancos privados tuvieran acceso a los depósitos a la vista de los costarricenses.

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