Martes, 11 Enero 2011 05:15

UN VOTO POR LIMÓN

Cuando, el año pasado, los costarricenses amanecimos con la buena nueva de que se había logrado renovar totalmente el sindicato de trabajadores de JAPDEVA, hubo una contenida alegría generalizada pues parecía imposible que el orden retornaba al hermoso puerto de Limón.
La gente, aún estaba incrédula de que, por fin, se ponía coto a un período de “tiranía sindical”. Era como si, luego de una muy larga y pesada noche, en Limón y en toda Costa Rica, salía, esplendoroso, de nuevo el sol.
Y fue más el entusiasmo cuando se supo que los nuevos dirigentes sindicales habían dispuesto dejar atrás los años de vagancia y que con la nueva y razonable convención colectiva se trabajaría los 365 días del año.
Ya los aciagos días en que una camarilla dejaría de explotar una institución pública se acababan y, ¡vaya contrasentido!, se “permitiría” trabajar a los más de mil trabajadores portuarios.
Pero la dicha duró poco: cuatro de los siete magistrados de la Sala Constitucional y para asombro de muchos, ordenaron “... reinstalar a la Junta Directiva anterior” (sentencia N° 2010-14193), o sea volvían los odiosos privilegios de unos pocos y el carnaval se reanudaría con las comparsas de los mismos que no dejaban de festejar la decisión de un órgano que, cuando no ha resuelto a su favor ha sido “oligarca” pero que ahora era “la democracia re-encarnada”, por haberles hecho “justicia gremial”.
Ciertamente, en un Estado de Derecho debe acatarse las sentencias de los Tribunales de Justicia. Ya vendrá el día que se corrija el entuerto; por lo pronto volvieron los nublados, el sol se ocultó y no es posible continuar por la senda  trazada.
Sin embargo, la esperanza nunca se debe perder pues, para dicha de los que creemos en la democracia, el derecho no es pétreo y deberá ajustarse, continuamente, a la realidad que se impone.
Por ahora y a pesar de las actitudes de quienes ya mostraron sus colmillos cuando decidieron no trabajar el 15 de setiembre del 2010 se espera que la Sala Constitucional dimensione su fallo, sobre todo respecto de las reglas que deberán acatarse en las  próximas elecciones de la Junta Directiva sindical pues si las nulidades alcanzaron  “... la designación de la nueva Junta Directiva” (sic), materia puramente electoral, ese alto órgano debe señalar, con lujo de detalles, cuáles son las reglas “debidas”, en tal proceso.
Los trabajadores muelleros, en este próximo proceso electoral decidirán si pierden para sí, su familia y Limón la oportunidad de salir de la pobreza en que la mantiene un grupo sindical pernicioso o dan un salto al desarrollo, con una dirigencia que los lleve a la prosperidad por tantos años deseada.
Cuando, el año pasado, los costarricenses amanecimos con la buena nueva de que se había logrado renovar totalmente el sindicato de trabajadores de JAPDEVA, hubo una contenida alegría generalizada pues parecía imposible que el orden retornaba al hermoso puerto de Limón.
La gente, aún estaba incrédula de que, por fin, se ponía coto a un período de “tiranía sindical”. Era como si, luego de una muy larga y pesada noche, en Limón y en toda Costa Rica, salía, esplendoroso, de nuevo el sol.
Y fue más el entusiasmo cuando se supo que los nuevos dirigentes sindicales habían dispuesto dejar atrás los años de vagancia y que con la nueva y razonable convención colectiva se trabajaría los 365 días del año.
Ya los aciagos días en que una camarilla dejaría de explotar una institución pública se acababan y, ¡vaya contrasentido!, se “permitiría” trabajar a los más de mil trabajadores portuarios.
Pero la dicha duró poco: cuatro de los siete magistrados de la Sala Constitucional y para asombro de muchos, ordenaron “... reinstalar a la Junta Directiva anterior” (sentencia N° 2010-14193), o sea volvían los odiosos privilegios de unos pocos y el carnaval se reanudaría con las comparsas de los mismos que no dejaban de festejar la decisión de un órgano que, cuando no ha resuelto a su favor ha sido “oligarca” pero que ahora era “la democracia re-encarnada”, por haberles hecho “justicia gremial”.
Ciertamente, en un Estado de Derecho debe acatarse las sentencias de los Tribunales de Justicia. Ya vendrá el día que se corrija el entuerto; por lo pronto volvieron los nublados, el sol se ocultó y no es posible continuar por la senda  trazada.
Sin embargo, la esperanza nunca se debe perder pues, para dicha de los que creemos en la democracia, el derecho no es pétreo y deberá ajustarse, continuamente, a la realidad que se impone.
Por ahora y a pesar de las actitudes de quienes ya mostraron sus colmillos cuando decidieron no trabajar el 15 de setiembre del 2010 se espera que la Sala Constitucional dimensione su fallo, sobre todo respecto de las reglas que deberán acatarse en las  próximas elecciones de la Junta Directiva sindical pues si las nulidades alcanzaron  “... la designación de la nueva Junta Directiva” (sic), materia puramente electoral, ese alto órgano debe señalar, con lujo de detalles, cuáles son las reglas “debidas”, en tal proceso.
Los trabajadores muelleros, en este próximo proceso electoral decidirán si pierden para sí, su familia y Limón la oportunidad de salir de la pobreza en que la mantiene un grupo sindical pernicioso o dan un salto al desarrollo, con una dirigencia que los lleve a la prosperidad por tantos años deseada.

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