Martes, 08 Octubre 2002 18:00

Térrabas Y Malekus

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En el marco de la semana de la diversidad étnica, demos un vistazo a los Térrabas o Naso-Teribes. La población Naso se extendía por toda la cuenca del Teribe, Changuinola y Sixaola, de acuerdo a la memoria histórica contenida en sus tradiciones, Pero debido a las constantes amenazas de la colonización europea, hacia la segunda mitad del Siglo diecinueve y principios del Siglo veinte, los Nasos se replegaron a la cuenca alta del río Teribe, en localidades llamadas palenques, las cuales les servían de protección. En años recientes, han ido repoblando la cuenca media y baja del río Teribe, donde tienen más comunicación con áreas urbanas, con el fin de estudiar y de mercadear sus productos agrícolas y artesanales. Los Malekus ocupaban toda la vertiente sur del río San Juan, pero su territorio se fue reduciendo, primero por la colonización costarricense, Y a principios del siglo veinte fueron diezmados durante una invasión de huleros nicaragüenses. El sitio llamado “La Muerte”, recuerda el sitio de su batalla final, donde murió el ultimo de sus caciques. Hoy viven en Guatuso, y sus principales asentamientos son el palenque Tonjibe y el palenque Margarita. La siguiente es una leyenda Maleku. “El de la Cabecera del Nharíne” llegó a una casa y fue el primero en estar en ella. Tuvo sueño, y durmió soñando con “la de la Cabecera de Aóre”. En eso llegó ella y “el de la Cabecera del Onáfinh” y otros más. Y se preguntaron: ¿quién será el que sabe más y mandará en nuestro grupo? Entonces decidieron que el primero en haber llegado a la casa sería el líder. “El de la Cabecera del Nharíne”, quien creó todo sobre la tierra. Y advirtió: “No quiero que presten atención, si alguno de ustedes quiere transformar la tierra.” Y así vivían espléndidamente y bebían chocolate todo el tiempo. Hasta que “la de la Cabecera de Aóre” pensó: “Quiero que esto cambie.” Ella se conducía así porque no sabía como hacer las maravillas que la Cabecera del Nharíne había hecho. Y es que se dice que a “la de la Cabecera de Aóre” no le gustaban las personas, solía hacer que murieran mal. Por ello, su marido, “el de la Cabecera del Nharíne”, vio que “la de la Cabecera de Aóre” era mala. Aunque habían tenido una hija de nombre Jáfara, la abandonó. Esto sucedió antes de que ocurriera el gran cataclismo que acabó con esta raza. Fuente: libro Mujifijica de Eustaquio Castro y Antonio Blanco.

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