Orlando Castro Quesada
Ante el escalamiento de la violencia en el mundo, mucha justificada en las creencias musulmanas; la pacífica y tolerante Suiza, realizó un referéndum impulsado por “El Partido del Pueblo”, el resultado fue que una mayoría del 57%, aprobó la propuesta de ley que limita la cantidad de torres de mezquitas en Suiza. Desde ahora, se limitará en Suiza a una torre cada 100.000 musulmanes.
La mayoría anti-islámica en Suiza no vive en un país amenazado, ni es atacado por países musulmanes y sus poblaciones fronterizas tampoco son blanco de cohetes lanzados desde vecinas ciudades de Italia o Francia. Lo cierto es que Suiza no sufre esta tensión: Y sin embargo, en Ginebra, la ciudad que acoge a la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU, se constató que una mayoría anti-islámica se manifestó en este referéndum. ¿Alguien dijo racismo? ¿Xenofobia? No en nuestra ciudad, dijeron las y los ciudadanos de Ginebra, desde donde parten las predicas moralistas permanentes, vociferantes, en pos de la igualdad y los derechos humanos. Pero a pesar de todo esto, las y los suizos aprobaron esta ley con evidente tinte discriminatorio. Sin embargo, si lo mismo hubiese ocurrido en Israel, es muy posible que hasta el mismo Presidente Obama, habría manifestado su profunda consternación y con él, el resto del mundo y quién sabe, quizás incluso hasta la misma Suiza, habría hecho regresar a su embajador en Israel para “consultas”.
No debemos menospreciar la debilidad e inefectividad de los fallos de los organismos internacionales, ni de las consideraciones duales que se escoden detrás del derecho internacional. La acción suiza debe ser un antecedente que nos alerte ante el peligro para Costa Rica, de depender exclusivamente de los organismos internacionales para que nos defiendan de agresiones externas y violaciones a los derechos territoriales.
Un claro ejemplo de que en Costa Rica debemos poner, sin mayor atraso, nuestras barbas a remojo, lo tenemos en el anterior conflicto con Nicaragua, sobre el derecho costarricense a la libre navegación en el San Juan, dado por acuerdos internacionales, aceptado por ambas naciones y recientemente, ratificado pero no garantizado por la Corte Internacional de La Haya, después un largo y costoso proceso jurídico. Sin embargo, la experiencia nos dice que este derecho a la libre negación por ese río es más letra muerta en la sentencia de la corte internacional, y no una resolución eficaz.
Las y los suizos como pueblo, tomaron una decisión que para la mayoría de las personas de otras nacionalidades, podría ser la negación de toda su afianzada política respecto al respeto de los derechos humanos pero lo cierto es que, cada pueblo debe asumir los riesgos que implica defender su modus vivendi, su integridad territorial y su dignidad nacional. Los suizos se curan en salud ante una muy eventual amenaza.
La mayoría de las y los costarricenses nos enorgullecemos de ser un país sin ejército y apostamos que el respeto a nuestra soberanía, a la integridad de los bienes y vidas de las y los costarricenses ante cualquier ataque extranjero, lo deben garantizar los organismos internacionales y hasta las fuerzas militares de otros países. Confiamos apuntillas de que si algún un país osara atacar a la pacífica e indefensa Costa Rica, no faltaran países amigos, dispuestos a mandar a sus hombres y mujeres enlistados en sus ejércitos a sacrificar sus vidas para defenderla. Creo que ha llegado el momento en que esa decisión de no contar con cuerpos de defensa profesionales, al menos fronterizos, para defender a la Patria y a sus pobladores, por nosotros mismos debería ser revisada desapasionada e inteligentemente, a la luz de las viejas y nuevas amenazas que como nación estamos expuestos y debemos asumir.
Ante el escalamiento de la violencia en el mundo, mucha justificada en las creencias musulmanas; la pacífica y tolerante Suiza, realizó un referéndum impulsado por “El Partido del Pueblo”, el resultado fue que una mayoría del 57%, aprobó la propuesta de ley que limita la cantidad de torres de mezquitas en Suiza. Desde ahora, se limitará en Suiza a una torre cada 100.000 musulmanes.
La mayoría anti-islámica en Suiza no vive en un país amenazado, ni es atacado por países musulmanes y sus poblaciones fronterizas tampoco son blanco de cohetes lanzados desde vecinas ciudades de Italia o Francia. Lo cierto es que Suiza no sufre esta tensión: Y sin embargo, en Ginebra, la ciudad que acoge a la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU, se constató que una mayoría anti-islámica se manifestó en este referéndum. ¿Alguien dijo racismo? ¿Xenofobia? No en nuestra ciudad, dijeron las y los ciudadanos de Ginebra, desde donde parten las predicas moralistas permanentes, vociferantes, en pos de la igualdad y los derechos humanos. Pero a pesar de todo esto, las y los suizos aprobaron esta ley con evidente tinte discriminatorio. Sin embargo, si lo mismo hubiese ocurrido en Israel, es muy posible que hasta el mismo Presidente Obama, habría manifestado su profunda consternación y con él, el resto del mundo y quién sabe, quizás incluso hasta la misma Suiza, habría hecho regresar a su embajador en Israel para “consultas”.
No debemos menospreciar la debilidad e inefectividad de los fallos de los organismos internacionales, ni de las consideraciones duales que se escoden detrás del derecho internacional.
La acción suiza debe ser un antecedente que nos alerte ante el peligro para Costa Rica, de depender exclusivamente de los organismos internacionales para que nos defiendan de agresiones externas y violaciones a los derechos territoriales.
Un claro ejemplo de que en Costa Rica debemos poner, sin mayor atraso, nuestras barbas a remojo, lo tenemos en el anterior conflicto con Nicaragua, sobre el derecho costarricense a la libre navegación en el San Juan, dado por acuerdos internacionales, aceptado por ambas naciones y recientemente, ratificado pero no garantizado por la Corte Internacional de La Haya, después un largo y costoso proceso jurídico. Sin embargo, la experiencia nos dice que este derecho a la libre negación por ese río es más letra muerta en la sentencia de la corte internacional, y no una resolución eficaz.
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Lástima que ese viejo refrán que sirve de título a este comentario, lo podamos constatar en, los pocos meses, que lleva la gestión de la señora presidente Laura Chinchilla. La golondrina, con todo respeto y consideración lo digo, es el señor ministro de Seguridad Pública y Gobernación, licenciado José María Tijerino Pacheco, quien desde el mismo inicio de sus responsabilidades dio, muestras claras de ser un hombre de palabra, muy vehemente pero no por eso menos inteligente, sensato y prudente.
No más comenzando su gestión advirtió que habría un cambio importante en la acción policial pues la guardia civil debería estar en las calles, prestando protección a la comunidad y no en las comisarías. Cuando algunos medios de comunicación social, lo increparon, públicamente, de que su orden había sido desatendida, por algunos de los cuerpos policiales. El señor ministro Tijerino con la serenidad y mayor prudencia, de las que ha dado muestras, les respondió algo como, que había que tener muy claro, que no era nada fácil cambiar una cultura organizacional, de la noche a la mañana.
La última acción del ministro Tijerino, fue su posición oportuna y tajante ante los hechos sucedidos en el Río San Juan, cuando una draga y un grupo de efectivos nicaragüenses violentaron la soberanía costarricense. En pocas horas, fijó la estrategia, logró el apoyo del Consejo de Gobierno y envió efectivos policiales muy bien parapetados, para garantizar la integridad del territorio nacional. Acción que significó la paralización total de la actividad del dragado en el San Juan.
Pero a excepción de todo lo antes citado, pareciera al juzgar por las acciones del Ejecutivo, que seguimos con más de lo mismo. El alto costo de la vida, que no da tregua a los hogares costarricenses, a pesar de la evidente revalorización del colón frente al dólar. Largas filas en los centros de la Caja. Otro caso, son los problemas en las carreteras construidas recientemente las que casi desde el inicio, han presentado serios problemas y finalmente tenemos el incumplimiento de compromisos gubernamentales con las comunidades, como es el caso de la carretera a San Carlos.
Una vez más, ahora el Gobierno de turno, sale a los medios para decir que ya si va en serio la conclusión de esa carretera a ese cantón del norte de Alajuela pero, es tal la desconfianza de los activistas sancarleños, que recibieron con escepticismo la nueva promesa, según lo informó ayer La Nación. Hay que decir que este sentir no es gratuito pues hartas pruebas tenemos las y los costarricenses de que las promesas de las campañas políticas y muchos compromisos gubernamentales, en la mayoría de los casos, quedan solo en eso, pura palabrería y letra muerta en un papel.
Desafortunadamente, este Gobierno, con las excepciones del caso como la citada, en estos meses que lleva de gestión, no ha demostrado que la exaltada experiencia y el conocimiento de los grandes problemas nacionales y de sus posibles soluciones, les haya servido para orientar eficazmente la acción del Ejecutivo. Algunas acciones a veces erráticas y otras hasta contradictorias de parte de la Casa Presidencial, pareciera dejar claro que se sigue administrando con visión de Gobierno y no de Estado, donde es el cortoplacismo lo que priva y no propuestas de mayor proyección.
Por eso digo, que lástima que una sola golondrina no haga verano
Lástima que ese viejo refrán que sirve de título a este comentario, lo podamos constatar en, los pocos meses, que lleva la gestión de la señora presidente Laura Chinchilla. La golondrina, con todo respeto y consideración lo digo, es el señor ministro de Seguridad Pública y Gobernación, licenciado José María Tijerino Pacheco, quien desde el mismo inicio de sus responsabilidades dio, muestras claras de ser un hombre de palabra, muy vehemente pero no por eso menos inteligente, sensato y prudente.
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Antes de intentar responder a la pregunta anterior, habría que plantear otra, ¿De cuál Sindicato de Japdeva hablamos? ¿Del dirigido por un grupo sindicalistas que mayoritariamente habían sido elegidos por los integrantes de Sintrajap? ¿O del restituido por la Sala IV?
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Habría que decir que uno de los principales objetivos, sino el principal, es preparar académica y principalmente a nacionales, para responder a lo social en forma adecuada los retos de construir una sociedad económicamente competitiva e inclusiva, en lo social generar un espíritu nacional solidario y en lo político, capacitar a la población para asumir de manera inteligente, visionaria, manera inteligente, visionaria, eficaz y eficiente la conducción del los sectores públicos y privados. Paralelamente ser el motor de investigación y desarrollo para beneficio de la sociedad.
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Habría que decir que uno de los principales objetivos, sino el principal, es preparar académica y principalmente a nacionales, para responder a lo social en forma adecuada los retos de construir una sociedad económicamente competitiva e inclusiva, en lo social generar un espíritu nacional solidario y en lo político, capacitar a la población para asumir de manera inteligente, visionaria, manera inteligente, visionaria, eficaz y eficiente la conducción del los sectores públicos y privados. Paralelamente ser el motor de investigación y desarrollo para beneficio de la sociedad.
Otra observación necesaria de hacer, es decir que, toda sociedad no solo necesita de profesionales, sino que también, requiere de técnicos y operarios capacitados para satisfacer las varias necesidades que una población necesita resolver con alguna regularidad, tales como carpinteros, albañiles, electricistas, mecánicos en autos, mantenimientos de equipos industriales, etc. como los que debería preparar el INA.
Con eso no quiero decir que quienes no vayan a la universidad, deban por eso estar condenados a vivir en la estrechez económica con un bajo nivel de bienestar para sí mismo y su familia. Esto se resolvería con una política de estado que asegure las condiciones para que toda la ciudadanía tenga las necesarias y suficientes oportunidades para tener acceso a un decoroso y muy adecuado nivel de vida, donde la Salud, Educación, Seguridad y Vivienda estén al alcance sino de todos los integrantes del conglomerado social, por lo menos, de la inmensa mayoría.
Retomando la pregunta que sirve de título a este comentario, habría que decir que dentro de un propósito eminentemente social, la pretensión presupuestaria de las altas autoridades universitarias y, posteriormente, de los sindicatos y algunas y algunos estudiantes, simplemente, no tiene cabida pues sus argumentos son absolutamente sectarios y de dudosa proyección social pues pareciera que se beneficia a un grupo reducido y el cual ya es privilegiado de la sociedad, comparado con las oportunidades que tienen otras y otros costarricenses.
Si se hiciera una comparación relativa al número de beneficiados de todos esos programas los comparáramos con el número de estudiantes matriculados en las universidades estatales, muy probablemente, habría un desbalance muy sesgado en favor de esos presupuestos universitarios. Esto quiere decir que al darle recursos a los entes estatales de educación superior, otros sectores poblacionales, verán postergadas sus necesidades y expectativas pues los recursos económicos y financieros públicos son y serán siempre finitos.
Nadie puede discutir la necesidad de tener universidades públicas inteligente, visionaria y adecuadamente financiadas pero lo que si habría que discutir, sería sobre ¿cuáles son los objetivos estratégicos que la educación universitaria pública debe tener? Esto dentro del contexto de su costo-beneficio social, ya que su financiamiento proviene del pago de los diferentes impuestos que las y los costarricenses pagamos, por lo que no hay que olvidar, que esos mismos recursos deben alcanzar para financiar los programas estatales de Salud, de Seguridad, de Educación Primaria y Secundaria, infraestructura pública, los asistenciales a quienes viven bajo el nivel de pobreza, para solo citar algunos.
Habría que decir que uno de los principales objetivos, sino el principal, es preparar académica y principalmente a nacionales, para responder a lo social en forma adecuada los retos de construir una sociedad económicamente competitiva e inclusiva, en lo social generar un espíritu nacional solidario y en lo político, capacitar a la población para asumir de manera inteligente, visionaria, manera inteligente, visionaria, eficaz y eficiente la conducción del los sectores públicos y privados. Paralelamente ser el motor de investigación y desarrollo para beneficio de la sociedad.
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En este mes de la Patria, hay que decir como mucho orgullo y sin ninguna falsa modestia que Costa Rica es la democracia por excelencia de Iberoamérica, desde sus inicios a la vida independiente, nuestros antepasados optaron por la democracia, como el mejor sistema para llevar adelante una pacífica y próspera vida social. Y no es que no tuviéramos algunos tiempos que oscurecieron nuestra democracia pues en todos los pueblos, siempre ha habido, hay y habrá algunos que por las circunstancias vigentes en sus países, se autodeclaran mesías de sus pueblos.
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Para ubicar a nuestra amable audiencia sobre quién es este señor, les diremos que es el Presidente de TeleSur, es un canal informativo que se fue creado con el apoyo de seis países: Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Según aparece en Internet, la política editorial de TeleSur es contribuir con el proceso de integración de los pueblos latinoamericanos, basándose en la presentación de información contextualizada y balanceada. Su meta es ayudar a formar ciudadanos críticos, informados y participativos dentro de la sociedad. Esta debería ser la línea de todo medio periodístico.
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