Jueves, 02 Diciembre 2010 05:20

Cuento de Nidia Valera Jara

Escrito por
Este cuento nos llega cortesía de nuestra oyente Nidia Valera Jara. Y dice así:
Narradora: Es tarde en la fría ciudad, la noche poco a poco se acerca, la luna de un blanco metálico asoma su redondez en el lejano cielo.
La calles iluminadas por miles de luces y adornarnos multicolores y brillantes, unos bonitos, otros no tantos y algunos hasta grotescos.
La música y el bullicio es ensordecedor y la gente, que en multitud camina para todos lados en un loco frenesí de adquirir, de gastar, de endeudarse como si el fin estuviera cercano.
Mamá: La gente solo gasta porque es ¡Es navidad! Fecha muy importante para ellos, cuando lo verdaderamente más importante es la  llegada del niño Enmanuel, que traerá el mensaje divino del perdón, la paz y la salvación.
Narradora: Algunos sacan de sus bolsillos unas monedas para compartir con el necesitado, otros con falsas caretas de alegría se sumergen en la inconciencia de las drogas y el licor.
Para muchos es llenar su estomago a más no poder, pensar que otros tiene su mesa vacía. Esa es su navidad.
En una humilde casita, la familia de José y Rosa, escuchan a lo lejos el ruido de las “fiestas”.
Mamá: vengan niños veamos el juego de pólvora.
Narradora: Ellos esperan con ilusión, la noche buena y en un rinconcito está el pesebre que iluminan con una vela.
Niño: no queremos acostarnos, porque, le hemos pedido al Niño Dios,  regalitos y queremos ver a nuestro papá cuando vuelva.
Narradora: Rosa, limpia la casa, para ayudar a su esposo y ha podido ahorrar una platita para comprar algo a sus chiquitos y hasta pudo hacer unos tamales.
El sueño poco a poco venció a los niños y la madre espera inquieta la llegada de su esposo.
Es media noche cuando la puerta se abre, para dar paso a José, que llega con los brazos vacíos y la mirada triste y cansada. No se dicen nada, solo un abrazo silencioso y elocuente con que comparten la realidad de sus vidas.
Un villancico cantado por la voz de un niño se escucha a lo lejos y el viento parece que lo acerca y aleja…
Efecto: villancico donde dice “noche de paz, noche de amor”.
Y con el arrullo del canto se olvidan de sus penurias y duermen las familias con la luz de las estrellas iluminando sus tejados.
No importa la pobreza cuando el verdadero amor existe y la esperanza de un nuevo día, llena de paz sus corazones.
Colaboración de nuestra estimada oyente: Nidia Valera Jara
Este cuento nos llega cortesía de nuestra oyente Nidia Valera Jara. Y dice así:
Narradora: Es tarde en la fría ciudad, la noche poco a poco se acerca, la luna de un blanco metálico asoma su redondez en el lejano cielo.
La calles iluminadas por miles de luces y adornarnos multicolores y brillantes, unos bonitos, otros no tantos y algunos hasta grotescos.
La música y el bullicio es ensordecedor y la gente, que en multitud camina para todos lados en un loco frenesí de adquirir, de gastar, de endeudarse como si el fin estuviera cercano.
Mamá: La gente solo gasta porque es ¡Es navidad! Fecha muy importante para ellos, cuando lo verdaderamente más importante es la  llegada del niño Enmanuel, que traerá el mensaje divino del perdón, la paz y la salvación.
Narradora: Algunos sacan de sus bolsillos unas monedas para compartir con el necesitado, otros con falsas caretas de alegría se sumergen en la inconciencia de las drogas y el licor.
Para muchos es llenar su estomago a más no poder, pensar que otros tiene su mesa vacía. Esa es su navidad.
En una humilde casita, la familia de José y Rosa, escuchan a lo lejos el ruido de las “fiestas”.
Mamá: vengan niños veamos el juego de pólvora.
Narradora: Ellos esperan con ilusión, la noche buena y en un rinconcito está el pesebre que iluminan con una vela.
Niño: no queremos acostarnos, porque, le hemos pedido al Niño Dios,  regalitos y queremos ver a nuestro papá cuando vuelva.
Narradora: Rosa, limpia la casa, para ayudar a su esposo y ha podido ahorrar una platita para comprar algo a sus chiquitos y hasta pudo hacer unos tamales.
El sueño poco a poco venció a los niños y la madre espera inquieta la llegada de su esposo.
Es media noche cuando la puerta se abre, para dar paso a José, que llega con los brazos vacíos y la mirada triste y cansada. No se dicen nada, solo un abrazo silencioso y elocuente con que comparten la realidad de sus vidas.
Un villancico cantado por la voz de un niño se escucha a lo lejos y el viento parece que lo acerca y aleja…
Efecto: villancico donde dice “noche de paz, noche de amor”.
Y con el arrullo del canto se olvidan de sus penurias y duermen las familias con la luz de las estrellas iluminando sus tejados.
No importa la pobreza cuando el verdadero amor existe y la esperanza de un nuevo día, llena de paz sus corazones.
Colaboración de nuestra estimada oyente: Nidia Valera Jara
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