Martes, 03 Enero 2012 05:14

PRIMEROS DÍAS DEL AÑO.

Escrito por
La fiesta quedó atrás, como siempre, para algunos queda la resaca de los excesos cometidos, atracones de comida, poca actividad física, gastos desproporcionados con “dinero plástico” que ahora se transforma en leño, a juzgar por los intereses que devenga, en fin, volvemos a ser los mortales de siempre, maltrechos ciertamente, pero esperanzados al fin y al cabo.
De los ticos se dice somos los más felices del mundo, “pura vida” una frase que nos apropiamos de los mexicanos y en buena hora, al fin de cuentas la existencia es un trance muy efímero, que debemos sobrellevar con ilusión, a sabiendas que de aquí no saldremos vivos.
Se cuenta que una vez el discípulo le preguntó al maestro  con respecto a la cantidad de pecados que había y el sabio los resumió en uno sólo: “el abuso”, en otras palabras, la clave del buen vivir está cifrado en la moderación, la frugalidad, el exceso es progenitor de todos los males habidos y por haber, basta un leve repaso para darnos cuenta que cuando abusamos de algo, las consecuencias inexorablemente serán funestas.
Henry David Thoreau, un sabio norteamericano de mediados de 1800 fue un hombre excepcional, graduado de la Universidad de Harvard, decidió irse a vivir dos años a orillas de un lago y producto de esa estancia, escribió su obra maestra “Walden o la vida en los bosques” un hermoso tratado de cómo podemos vivir austeramente y ser profundamente felices, la máxima que extrajo como enseñanza de esos años es: “simplifica…simplifica”.
El advenimiento de un nuevo año supone metas, anhelos, ilusiones, emprendimientos, el secreto se dice, radica en la constancia, no siempre triunfa el que más tiene, el más veloz, el más inteligente, la meta la trasciende quien persevera, el que no desmaya, el constante, el terco que pone oídos sordos al “no se puede” que paraliza, que entumece, que congela y por ende frustra.
“Si se puede” debe ser la frase que resuene en nuestras mentes durante todo el año recién nacido, de la convicción nace la fuerza, es el combustible gratuito que emana desde lo más profundo de nuestro ser.
La fiesta quedó atrás, como siempre, para algunos queda la resaca de los excesos cometidos, atracones de comida, poca actividad física, gastos desproporcionados con “dinero plástico” que ahora se transforma en leño, a juzgar por los intereses que devenga, en fin, volvemos a ser los mortales de siempre, maltrechos ciertamente, pero esperanzados al fin y al cabo.
De los ticos se dice somos los más felices del mundo, “pura vida” una frase que nos apropiamos de los mexicanos y en buena hora, al fin de cuentas la existencia es un trance muy efímero, que debemos sobrellevar con ilusión, a sabiendas que de aquí no saldremos vivos.
Se cuenta que una vez el discípulo le preguntó al maestro  con respecto a la cantidad de pecados que había y el sabio los resumió en uno sólo: “el abuso”, en otras palabras, la clave del buen vivir está cifrado en la moderación, la frugalidad, el exceso es progenitor de todos los males habidos y por haber, basta un leve repaso para darnos cuenta que cuando abusamos de algo, las consecuencias inexorablemente serán funestas.
Henry David Thoreau, un sabio norteamericano de mediados de 1800 fue un hombre excepcional, graduado de la Universidad de Harvard, decidió irse a vivir dos años a orillas de un lago y producto de esa estancia, escribió su obra maestra “Walden o la vida en los bosques” un hermoso tratado de cómo podemos vivir austeramente y ser profundamente felices, la máxima que extrajo como enseñanza de esos años es: “simplifica…simplifica”.
El advenimiento de un nuevo año supone metas, anhelos, ilusiones, emprendimientos, el secreto se dice, radica en la constancia, no siempre triunfa el que más tiene, el más veloz, el más inteligente, la meta la trasciende quien persevera, el que no desmaya, el constante, el terco que pone oídos sordos al “no se puede” que paraliza, que entumece, que congela y por ende frustra.
“Si se puede” debe ser la frase que resuene en nuestras mentes durante todo el año recién nacido, de la convicción nace la fuerza, es el combustible gratuito que emana desde lo más profundo de nuestro ser.

Contactos

Barrio La California,
San José, Costa Rica,
T: (506) 2256-2338
F: (506) 2255-4483

Accesos