Viernes, 11 Abril 2008 18:00

¡No a la mediocridad!...,¡sí a la excelencia!

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Resulta irónico que en una sociedad en donde la educación y el trabajo representan un papel de vital importancia para alcanzar una sociedad más próspera, las personas dejen de lado sus aspiraciones de excelencia para sumirse en un abismo de conformismo, mediocridad y apatía.
Y no es que se exagere en esta idea, son cientos los casos de falta de excelencia que vemos diariamente, ya sea en las aulas de los centros de enseñanza en donde los alumnos se conforman con obtener un siete; cuando en las ventanillas de alguna institución nos encontramos con empleados sumidos en la inoperancia llegando al extremo de enojarse cuando se les solicita alguna información, o aquel profesional que realiza un trabajo a medias aunque cobre como si lo hubiera realizado con la excelencia requerida.
Por supuesto siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, pero bien vale preguntarse si nosotros también estamos cayendo en este tipo de comportamiento, si somos personas mediocres, desinteresadas, conformistas, carentes de sentido común y poder de decisión, o, por el contrario, somos de aquellos quienes desean dar en todo lo que realizan un matiz de excelencia para su respectivo crecimiento emocional, espiritual, personal y laboral.
Pues cuando una persona es excelente quiere decir que es un privilegiado como humano porque está en desarrollo constante. Ser excelente es saber entregar respeto a los demás, aprovechar puntos de oportunidad, transformar dificultades en acciones positivas y no hacer por otros lo que estos pueden hacer por sí mismos. 
Significa saber guiar sin imponer, saber motivar a los que están a su cargo para que también puedan desarrollarse y ver siempre las cualidades de las otras personas con el fin de buscar, constantemente, su bienestar.
Urge, en una sociedad como la nuestra sacudida por el materialismo y la pereza emocional e intelectual, hacer de  la excelencia un requisito esencial de vida, teniendo como norte el constituirnos sólidamente como  humanos, con piezas de calidad como los valores, los pensamientos de calidad, la creatividad,  el surgimiento de un espíritu de superación, de una constante responsabilidad y visión positiva para incrementar nuestro potencial y ser cada día mejores.
Mas el único camino para lograr convertir nuestra riqueza potencial en real es, precisamente, a través del trabajo intenso y de calidad. Todo individuo que tome conciencia, en su ámbito familiar, laboral, educativo, político o social, de lo que es, siente, piensa, hace, desea y dice, está en un darse cuenta de sí mismo, y de lo que le rodea.
Recuérdese que en la vida todo es posible y naturalmente alcanzar la excelencia no es una excepción pues esta no tiene límites. Las personas excelentes no nacieron así, la excelencia se construye sobre la base de un mejoramiento personal continuo.
Pero el momento para comenzar a ser excelente es ahora y no después, así lo demanda nuestra sociedad; es cuestión de tomar una decisión para cambiar definitivamente los viejos pensamientos de mediocridad y conformismo e iniciar una carrera hacia la excelencia.

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