Miércoles, 09 Marzo 2016 19:38

¿Violencia o misericordia?

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Recientemente se ha celebrado una nueva asamblea de los obispos de Costa Rica. En su reunión han abordado una serie de temas de interés nacional que quedan, como ocurre al final de cada asamblea ordinaria, registrados en el mensaje final que se hizo público el 26 de febrero último.Aunque fueron varios los temas tratados, en el mensaje aparece ocupando un lugar preeminente la cuestión de la violencia que hoy por hoy enluta a muchas familias y comunidades costarricenses.

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Datos realmente sorprendentes son los citados por los señores obispos. Ellos nos ponen, para tristeza general, en situación de verdadera “epidemia”. Una violencia que luce en el 2015 la cifra de 560 homicidios y de ellos, una cuarta parte, debidos a problemas relacionados con el narcotráfico.Mas la noción de violencia no queda, en el mensaje de la Conferencia Episcopal, reducida a los homicidios. Se extiende a otras realidades: más de 32 mil atenciones médicas anuales originadas en accidentes de tránsito, unos 3 mil menores atendidos en el Hospital Nacional de Niños víctimas de diferentes tipos de agresiones y una largo etcétera marcado por la violencia intradoméstica, el “bullyng” escolar y una situación triste de casi 400 mil personas que viven sumidas en la peor de las pobrezas, sin techo o sin trabajo.
Sobre las causas de esta situación los obispos abundan y ofrecen una lista sugerente que obliga, ciertamente, a una especie de examen de conciencia colectivo: descuido de la promoción y defensa de la familia, crisis antropológica de nuestro modelo de desarrollo, impacto negativo de algunos contenidos difundidos por nuestros medios de comunicación en horarios inadecuados, crisis axiológica de nuestra educación a todo nivel, caída de la autoridad y del prestigio de nuestras instituciones, escándalos de corrupción ampliamente dados a conocer por la prensa, etc.
¿Qué hacer? ¿Cómo proceder?La afirmación que hacen los obispos de nuestras diferentes diócesis es clara: no hemos de perder jamás la esperanza de que se puede pasar de la violencia a la paz y de la antifraternidad a la solidaridad
Estamos en un año jubilar que gira en torno a la noción de misericordia. Hay rasgos de esta realidad tan decisiva en el mensaje del evangelio y tan presente en el discurso del Papa actual que no pueden dejarse de lado a la hora de querer construir una sociedad costarricense nueva: bondad, compasión, ternura, clemencia, ayuda desinteresada, perdón, sensibilidad frente al que sufre, etc.
Igualmente, resulta urgente traducir en vida las llamadas obras de misericordia, tanto corporales como espirituales y animarnos al perdón para que la rabia, el rencor o la venganza, dejen de asolar pueblos y familias. Obviamente, el esfuerzo desde la familia, la educación renovada y los medios de comunicación ha de ser serio y eficaz si queremos revertir la situación que hoy, lamentablemente, parece atraparnos y que cuesta sangre y lágrimas, casi a diario, a muchos que padecen esta violencia que nos consume.
Ojalá este mensaje no caiga en el vacío y se convierta en un referente que genere iniciativas y pasos concretos para forjar una patria que nunca debió dejar los senderos de paz y justicia que siempre ha andado.
Mauricio Víquez Lizano

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