Viernes, 08 Mayo 2015 05:33

La familia en riesgo

En el transcurso del tiempo las sociedades han ido experimentando cambios en diversas áreas de su estructura. Una de las áreas que más se han visto afectadas en los últimos veinticinco años es la familia, entendida como la principal institución que permite el crecimiento y el desarrollo de las personas, en función de sus intereses particulares y colectivos en los cuales se inscribe.

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No en vano, la Declaración Mundial de los Derechos Humanos la define como “el elemento natural y fundamental de la sociedad” con derecho a la protección del Estado.
En el caso específico de Costa Rica, esta definición tradicional ha sido asumida en el Código de Familia, indicando además, que la familia está constituida por aquellos miembros emparentados por consanguinidad, adopción y matrimonio. Pero el rasgo de mayor relevancia, a nuestro criterio, es que la familia conforma un núcleo cohesionado por distintos valores, entre los que sobresalen la cooperación, la solidaridad, la fraternidad y el afecto.
No obstante lo anterior, la realidad actual de las familias costarricenses es compleja ya que no todas funcionan como un sistema armónico y homogéneo, debido a los múltiples cambios socioeconómicos y culturales que han sufrido, entre los cuales podemos citar nuevas formas de organización, crecimiento vertiginoso del porcentaje de divorcios,abandono y violencia infantil, disminución del tiempo que dedican los padres a los hijos, migración de padres hacia otros lugares o países en busca condiciones de prosperidad,obligación de ambos cónyuges de laborar para atender los gastos de alimentación, educación y salud de los demás miembros de la familia e incluso, aparición de nuevos conceptos de familia y matrimonio.
Solo para señalar algunos ejemplos, en Costa Rica actualmente hay más de cuatro mil quinientos niños que están esperando por una adopción, la tasa de fecundidad ha bajado a menos de dos hijos por matrimonio, muchas mujeres prefieren su desarrollo profesional antes de tener hijos, la esterilización masculina sigue creciendo, cada año el porcentaje de divorcios alcanza alrededor del diez por ciento, con las consiguientes repercusiones para los hijos, quienes terminan privados del amor y del abrigo de ambos y no siempre saben a dónde acudir por una porción de cariño.
Ante este panorama, es urgente que el país y sus gobernantes reflexionen sobre los riesgos que enfrenta la familia costarricense y más allá de lo establecido, adopten nuevas políticas, leyes y formas educativas que la protejan y potencien, porque desentenderse de ella o no adelantarse a los tiempos implica olvidarse del verdadero desarrollo social y humano que el país necesita.
José Ángel Vargas Vargas
Profesor Universidad de Costa Rica

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